En esta columna vengo insistiendo con que la población que toma vino en forma regular está integrada en su mayoría por personas que superan los 45 años, y que ese sector cada año se acorta debido a que envejece y no se renueva. Los jóvenes están cómodos con la cerveza y al vino lo miran de lejos, como difícil de entender y que no les pertenece. Sucede hoy en todos los lugares del mundo. Incluso en donde son productores vitivinícolas. Si no hacemos campañas urgentes para llegar a ellos, sobre todo la franja de entre los 18 a 25 años, la guerra estará perdida, y con ello miles de puestos de trabajo. De la industria del vino vivimos cada vez menos los sanjuaninos. Está en nosotros revertir la situación.

Una noticia publicada en La Vanguardia de Valladolid, España, revela como los mismos jóvenes están haciendo algo para destronar a la cerveza y coronar el vino. La nota firmada por Javier Romualdo señala que se quiere cambiar la imagen en la que varios jóvenes entran a un bar y cuando se acercan a pedir, piden cerveza reina.

Es difícil ver a alguien en sus veinte con una copa de vino en la mano. Una situación que quiere cambiar “Jóvenes por el Vino”, un movimiento nacido en la Ribera de Duero, que en un mes ha logrado movilizar a mil personas.

La idea surgió tras un partido de rugby, cuando sus impulsores estaban en el momento conocido como “tercer tiempo”, en el que los jugadores de ambos equipos celebran y beben cerveza.

Entonces se dieron cuenta de que en plena tierra vinícola, seleccionada por el New York Times como una de las 50 visitas recomendadas en el mundo para este año, nadie pedía un vino.

De esta forma espontánea nació “Jóvenes por el Vino”, una asociación convertida en movimiento que pretende acercar la cultura del caldo de la uva a los jóvenes y que en un mes ha conseguido un éxito inesperado al movilizar a casi mil personas en sus redes sociales y organizar eventos, en principio pequeños, que terminan con setenta participantes en una sola noche.

Hicieron su presentación oficial en una bodega hace poco. El objetivo: dar un primer paso para que bodegueros consigan acercarse, por fin, al público joven.

“Nosotros queremos que la gente pierda el miedo a pedir un vino cuando se acerca a un bar y ve un montón de botellas que no sabe ni de dónde son, ni cuánto le cobrarán por ello. Y es entonces, cuando pide que le pongan una caña”, explica Manuel Cuadrado (28 años), uno de los impulsores de este movimiento.

El Observatorio Español del Mercado del Vino ya publicó un estudio hace diez años sobre el consumo de vino entre jóvenes y determinó que sólo el 5,5% de personas entre 18 y 25 declaraban beber vino de forma habitual, un bajo porcentaje que sólo crecía al 10% en la población hasta los 35 años.

El comprador predominante de vino en España se corresponde con personas de más de 50 años en todas las categorías de vino, según el Informe de Consumo de Alimentación en España de 2015.

Las actividades que “Jóvenes por el Vino” organizan van desde catas pensadas para las dinámicas de los jóvenes -anticatas les llaman-, a rutas por bares asociados como alternativa o paso previo a salir de fiesta, así como una aplicación para móviles que incluye un mapa con los bares asociados a la asociación.

Quieren ser un medio entre el bodeguero -que está acostumbrado a trabajar de una manera más antigua- y los jóvenes.

Las marcas de cerveza han sabido llegar a nuevos públicos y es un producto que está omnipresente en patrocinios de festivales de música, en anuncios televisivos con gancho y que lanza nuevos productos cada poco tiempo, advierte Asier Andrés, de 24 años, otro de los impulsores de esta iniciativa.

El vino, en cambio, tiene quizás uno de los pocos momentos de exposición al público joven con el Festival Sonorama de Aranda de Duero (Burgos) y su alianza con la DO Ribera de Duero.

“Buscamos fomentar una cultura muy rica en patrimonio, en salud y en socialización” responde Manuel Cuadrado, quien ve como la calle “empieza a estar vacía”. No de fiesta o de negocio, si no de la costumbre de ir de vinos, tapear y charlar.

Hay una aplicación que han diseñado y que incluye un mapa -“BARmaps”- con los bares que ofrecen vino y atención para jóvenes a precios económicos, sin “tanto margen de beneficio como en otros casos”.

De momento está disponible para Valladolid, aunque reconocen tener varias propuestas en el correo para seguir creciendo.

“Queremos que la gente aprenda a disfrutar del vino, que disfruten de algo que es muy suyo y que pertenece a su tierra y su cultura”, concluye Cuadrado.

“¡Es un delito que aquí -en Castilla y León y en España- no se beba vino”!, dice Asier Andrés. Y enmendar “ese crimen” es lo que buscan estos “Jóvenes por el Vino”.

 

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Publicado por Diario de Cuyo en martes, 10 de abril de 2018