Queda claro que no todos en la vida ven realizados en tiempo y forma sus sueños o aspiraciones laborales. Para Norma Cuello (58), orgullosa calingastina que se separó y luego se “juntó” con un hombre viudo con 9 hijos, e Irma Ontiveros (58), ama de casa y durante muchos años empleada doméstica, “esa” oportunidad tantas veces anhelada de hacer algo que les gustaba y que a la vez les dejara una buena ganancia para sumar a sus escasos ingresos por sendas pensiones, les llegó bien entrada la adultez. El proyecto de estas dos señoras fue el de hacer muñecas artesanales y para ello tuvieron la colaboración económica y de capacitación del Ministerio de Desarrollo Humano, a través del taller comunitario “La Ilusión”. Son tan populares en Pocito, que por la demanda que tienen, los clientes deben encargar las muñecas porque de otra forma no dan abasto.

Estas emprendedoras, que ven a la vejez como una puerta a la realización de sus sueños, se dedican tiempo completo a la realización de verdaderas obras de arte: Muñecas -grandes y chicas-, osos y un abanico de modelos de peluches.

“Si usted me decía hace 10 años que iba a estar haciendo lo que me gustaba y ganando plata por eso, yo le iba a decir ¡usted está loco! Para mí es un ingreso extra importante, pero principalmente una distracción que a esta edad nos viene de maravillas”, contó Norma, que reconoció entre risas que algunas de sus creaciones son más mimadas que otras.

Los precios de sus peluches varían de acuerdo al tamaño y a los detalles de terminación. Las muñecas pequeñas las venden a 25 pesos y las medianas a 60 pesos; mientras que las más grandes se cotizan en 150 pesos y los osos -gigantes de 80 centímetros de alto- en 180 pesos. El taller lo tienen en el Lote Hogar 33, en Pocito, Manzana F Casa 8.

En tanto que para Irma, de perfil más bajo y mucho menos conversadora que Norma, la satisfacción es enorme: “La costura siempre me gustó y cuando descubrí cómo hacer estas muñecas, me fasciné y le pongo mucho empeño a cada una que termino, porque creo que con el amor que uno le pone a esto, tiene un valor agregado que una muñeca comprada no posee”.