La compleja obra del gigante proyecto minero binacional Pascua-Lama sufrió otro revés ayer cuando se conoció que la Corte de Apelaciones de Copiapó, en Chile, ordenó a Barrick paralizar las obras del lado chileno, atendiendo a un reclamo ambiental presentado por comunidades vecinas a la mina. La suspensión es transitoria, porque se trata de una medida cautelar hasta tanto se solucione el problema de fondo, pese a que las obras ya habían sido interrumpidas voluntariamente por la propia minera hace 5 meses mientras resolvían la manera de hacer el movimiento de suelo sin generar el polvo en las cercanías de un río que motorizó inicialmente la denuncia de la comunidad.

La noticia corrió como reguero de pólvora y despertó todo tipo de conjeturas respecto a uno de los proyectos mineros que más cantidad de retrasos ha sufrido en su vida, y que ahora corre el riesgo de sufrir otro: tardó ocho años en arrancar por demoras en autorizaciones ambientales, y el año pasado volvió a retrasar su entrada en producción un año y medio, fijando la nueva fecha para mediados de 2014.

Ahora, frente al revés judicial en Chile, el arco político y algunos empresarios salieron a decir que la paralización del lado chileno no provocará retrasos en la fecha estipulada, pero fuentes del sector opinan lo contrario. La empresa, en su último comunicado emitido ayer tarde, tampoco lo niega, ya que indica que ‘’es demasiado pronto para evaluar el impacto, si lo hay, en el presupuesto y calendario del proyecto’’. Barrick agregó que ‘‘no hemos sido notificados por la Corte de esta medida, por lo que es imposible que comentemos su contenido o implicancias’’, e informó que en la medida judicial no estaban implicadas las obras del lado argentino, que continúan normalmente.

‘’Nada de lo que acontezca del otro lado va a afectar a Lama’’, dijo el secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral (ver página 5). Y en sintonía, el titular de la cartera sanjuanina, Felipe Saavedra, agregó que ‘’hasta que no se conozcan las implicancias no se puede evaluar, pero somos optimistas de que se podrán cumplir los plazos establecidos’’.

Pero desde el directorio de la Cámara Minera de San Juan, Ricardo Martínez, encendió luces de alerta: ‘’Es imposible que Lama (ubicada en San Juan) se desarrolle sin Pascua, porque a mediados de 2014 está previsto comenzar con la explotación minera del lado chileno, la del lado argentino está recién para el 2015. Nunca fue previsto un desarrollo individual del proyecto, sino conjunto; y esto va a retrasar aún más la etapa de producción’’, dijo a DIARIO DE CUYO online. Otras fuentes del sector en voz baja piensan igual que Martínez, dicen que ante este nuevo problema es inevitable la postergación del proyecto, teniendo en cuenta que el 75% del mineral está del lado chileno (ver infografía). Además, indicaron que las obras allí están frenadas desde octubre debido a que aún no se resuelve cómo se mitigará el polvo en suspensión que ocasiona la remoción de suelos para hacer el rajo de extracción, ante la falta de agua en la zona, lo que provocará demoras en los planes previstos. Los proveedores mineros locales también están intranquilos y no esconden por lo bajo la preocupación, aunque el titular de una de las principales cámaras, Juan José Igualada (Casemi) se apresuró a decir que ‘’no creo que este párate del lado chileno vaya a afectar las obras que se están realizando aquí’’.

Los retrasos

Pascua-Lama tiene una larga historia de demoras. A pesar de que obtuvo el permiso ambiental para su construcción en el 2006, arrancó su construcción dos años después, una vez que actualizó el estudio de factibilidad que determinó los costos de la construcción (entonces, de unos U$S3.000 millones) y que se superaron las barreras de doble tributación entre Chile y Argentina. En noviembre de 2012 se produjo otro remezón cuando Barrick anunció que la obra era más cara, y que por eso su construcción se iba a demorar más. La nueva fecha para la primera producción de la mina se corrió de la mitad de 2014 prevista anteriormente, al segundo semestre de ese año. Y los costos crecieron de los 7.500 a 8.000 millones de dólares del segundo trimestre, al rango de 8.000 a 8.500 millones actuales. Además, eso provocó además una reorganización del trabajo de obra, al designar a Fluor Techint como gerenciadora, y a Bechel a cargo de la supervisión del proyecto. En el medio, se removieron los directores del proyecto -Ron Kettles, Mike Luciano luego- y ahora Guillermo Caló conduce los negocios en la región.