Estudió Gestión Gastronómica en la Católica, egresó en el 2008 y al año siguiente decidió abrir nada menos que un restaurante de campo en la finca familiar de La Rinconada, en Pocito. Hoy, con apenas 23 años, Luciana Pisatti se pasa los fines de semana trabajando en la casa de comidas y ha convencido a todo el grupo familiar a que la sigan en el emprendimiento: su hermana menor Liliana (22) es la que cocina, pero no duda en recurrir al papá Francisco para lograr el toque inconfundible del pollo al disco o los guisos del invierno, la mamá Esther se encarga de los postres italianos y del jardín alrededor de la galería, y Luciana además de atender a los clientes -tiene mesas para 20 a 25 comensales- y llevarles la comida, es el ‘cerebro‘ que administra organiza todo el negocio. Los vinos que se sirven son artesanales, de la bodeguita del papá. ‘Al principio fue duro, porque de la teoría a la práctica hay mucho trecho. Y empezar con un restaurante de cero sabía que iba a ser un proceso lento. Pero quiero hacer crecer el lugar y le dedico mucho tiempo‘, dijo la joven que jura que la idea de emprender el negocio surgió ‘de improviso‘ porque uno a los 18 no tiene idea de qué quiere hacer en la vida‘. El restaurante y bodega El Encuentro están ubicado en calle 14, entre Aberastain y Vidart. Atiende al mediodía, los sábados, domingos y feriados, en la galería abierta de la finca, donde los comensales pueden disfrutar del paisaje de los viñedos al lado de las mesas y los cerros en el horizonte. ‘A partir de diciembre vamos a abrir los mismos días, pero por la noche. Van a poder disfrutar de un lugar lindo y con atención personalizada‘, dice Luciana que no duda en calzarse el delantal y atender las mesas con el encanto de su sonrisa.