En la vuelta de la sección en este 2013, el enfoque del primer capítulo tiene en vista un escenario con todas las opciones a la hora de multiplicar los ahorros bajo un nicho de negocios bien conocido por los sanjuaninos: el plazo fijo. Se trata de una herramienta clásica, sin mayores sobresaltos y cercana para el común de los ahorristas, a pesar que hoy por hoy no ofrezca una renta lo suficientemente atractiva. Las tasas, por ejemplo a 30 días, van desde el 4 al 14,75%, dependiendo el banco (ver infografía).

Claro, la ecuación se torna esquiva cuando la inflación sube más allá de la tasa de interés de un plazo fijo. Mirándolo sólo desde ese lugar, el ahorrista pierde -de piso- 7 puntos y su plata se deprecia. Pero el pequeño inversor, principalmente aquel que no conoce el manejo del mercado de capitales, igual se inclina por esta.

Es que la ventaja principal consiste en que, en general, los montos mínimos solicitados no son elevados y no hay necesidad de dejar depositado el dinero por demasiado tiempo (30 días, el mínimo), como si requieren otras herramientas que pululan en el mercado financiero. Además a mayor dinero depositado y mayor plazo, los bancos suelen aumentar sus tasas con la idea de hacerse con ese dinero en sus bóvedas. Igual, los bancos en las postrimerías del 2012 hablaron de mejorar las tasas para sumar inversores, pero siguen teniendo en las pizarras tasas poco atractivas para aquellos que quieren resguardar sus ahorros de los embates económicos.