La realización de la Copa del Mundo impulsó en Porto Alegre (Brasil) un proceso de revitalización de la parte antigua del frente portuario. Si bien las modificaciones iniciales se pensaron para captar al público del megaevento futbolero con espacios de ocio y esparcimiento, la obra es mucho más ambiciosa y pretende entre las ideas previstas, rescatar los 11 almacenes construidos en los años 20 que los hacen distintos del resto de las construcciones del puerto. En contexto, el puntapié de una obra que busca la revalorización de sitios históricos que en pos de la inminencia del Corredor Bioceánico, alberga un potencial turístico exponencial como resultado de la futura integración.
Los almacenes tienen un papel fundamental en este proyecto y la restauración de obras se llevará a cabo para recuperar las características originales. Entre ellos, el conjunto constituido por piezas remachadas de metal en hierro, importadas de París y ensambladas en el lugar.
Según lo previsto en el proyecto, los almacenes se utilizarán para actividades culturales, tiendas de diseño, decoración y alimentos. También habrá sector de compras, patio de comidas y espacios para niños. A su vez, uno de los almacenes funcionará como terminal marítima y contará con infraestructura adecuada para este tipo de operaciones.
La restauración tiene que ver con el valor sentimental que reviste la zona portuaria para la ciudad de Porto Alegre, la más grande del sur de Brasil y la que se desarrolló gracias a su puerto. La ciudad se encuentra en la orilla oriental del Rio Guaíba, donde cinco ríos convergen para formar la Lagoa dos Patos, un gigante de agua dulce, laguna navegable por incluso el más grande de los buques. Esta unión de cinco ríos los convirtió en un importante puerto aluvial, así como un principal centro industrial y comercial de Brasil. Su ubicación estratégica también la convirtió en una ciudad vital en el marco del Mercosur, dada su proximidad con Buenos Aires, Montevideo y Córdoba.