Durante esta semana se vivirán horas cruciales para el futuro de la fábrica de galletitas de Albardón, que tiene un largo historial de idas y venidas para intentar mantener el establecimiento funcionando. Es que vence el plazo para que la compañía de Alejandro Ripani, presidente de Dilexis, que elabora los productos Tía Maruca, presente, en el medio del concurso iniciado en noviembre del 2019, las conformidades de los acreedores para evitar la quiebra de la firma y, como consecuencia, el remate de los bienes. En el medio de la situación están en peligro los puestos de los 350 empleados que hasta ahora están trabajando con normalidad y con sus sueldos al día.

El propio Ripani, en contacto con DIARIO DE CUYO, expresó ayer que "el concurso se está tramitando en los caminos normales. Hoy (por ayer) presentamos un gran número de conformidades". Y agregó que "el personal tiene los haberes al día y estamos trabajando". Esto último lo confirmó Miguel Oviedo, secretario general del gremio de la Alimentación en San Juan. "Los sueldos de los empleados están al día y no hay deuda salarial pendiente", sostuvo el dirigente. Y agregó que "es fundamental que el Gobierno provincial intervenga para salvar la situación porque es importante que la gente siga trabajando y no termine cobrando un plan".

Oviedo dijo que en el Gobierno local están al tanto de lo que está pasando, aunque desde el Ministerio de la Producción guardaron silencio hasta ahora sobre la situación.

Lo que está sucediendo ahora está dentro del concurso preventivo de acreedores que solicitó Dilexis en noviembre del 2019 en un intento por reestructurar sus deudas y continuar trabajando. Por aquel entonces se hablaba de una deuda superior a los 300 millones de pesos que, a valores de ahora, será sensiblemente superior. Y que tenía origen en que la empresa estaba muy complicada financieramente y la opción que le quedaba para seguir operando era llamar a los acreedores para renegociar las deudas, entre ellas con los proveedores.

El problema había sido que en el 2017 (ver aparte), cuando la adquirió Ripani, parte de la inversión fue a través de deuda tomada en dólares, pero después la situación se fue agravando hasta llegar a un estado en el que la empresa se encontraba facturando en pesos y con obligaciones en moneda extranjera.

El panorama tampoco mejoró con la pandemia y con las dificultades para mantener la fábrica funcionando. Y tampoco ayudó en los últimos meses la invasión de Rusia a Ucrania. Es que el conflicto bélico produjo un fuerte incremento de dos insumos básicos que necesita la empresa para su producción, como son harina y aceite. Y encima con el encarecimiento del costo de los fletes para hacer llevar sus productos a los grandes centros de consumo.

Cuando Ripani se hizo cargo de la fábrica, ubicada en Albardón, la intención era elaborar algunas de las marcas tradicionales de la firma como Fajitas, Pepas, Palmeritas, Maruquitas, Varitas de hojaldre, Anillos de coco y Madalenas, entre otros productos, con la intención de expandirse dentro del mercado interno e incluso, de ser posible, exportar. Pero la situación económica del país no le ayudó a Ripani a poder concretar esos planes.

Lo que está haciendo por estos días Dilexis es, según fuentes judiciales, buscar la conformidad de sus acreedores. Pero si no logra este objetivo la Justicia Comercial decretará la quiebra y la ejecución de los bienes. En esta instancia debe conseguir la mayoría absoluta de los acreedores, que representen las dos terceras partes del capital que se adeuda. Así, por ejemplo, si hay 10 acreedores, hace falta la conformidad de 6. Antes de decretar la quiebra todavía quedará un paso previo, que se denomina salvataje. Se trata de un período en el que se abre un registro para ver si hay interesados en comprar la empresa. Pero ahora todo dependerá de la voluntad de los acreedores.

  • Un resumen del historial

En 1976, en el marco del régimen de promoción de la ley 20.560 y la provincial 19.375 del plan Huarpes, el holding empresario Sasetru se comprometió junto con la Nación a instalar y poner en marcha una fábrica de galletitas en Albardón. Por esos años, el grupo económico (Salimei, Seitún y Trucco), formado en 1949 para la fabricación de aceite, se había convertido en una enorme compañía alimenticia. Con las promesas de la promoción, Sasetru invirtió 25 millones de dólares, pero la Nación no entregaría los subsidios prometidos y sí se los dio a otras dos fábricas de galletas.

En 1980, cuando hacía pocos meses que se había inaugurado la fábrica local y estaba en período de prueba, Sasetru declaró la quiebra. En el retorno de la democracia, Leopoldo Bravo reanudó los intentos y le arrancó al presidente Raúl Alfonsín el compromiso de rehabilitar el complejo, pero no se pudo dar. En los "90, el sanjuanino Jorge Escobar y el entonces jefe de Estado nacional, Carlos Menem, también fijaron sus respaldos, pero las iniciativas no avanzaron. En 1997 la compró el grupo Dilexis en 4,5 millones de dólares y en 2002 consiguió la promoción industrial. Al año siguiente, el presidente Néstor Kirchner la inauguró y se concretó el primer envío de la compañía. En 2011 la adquirió la firma Pepsico.

Fue así hasta que en marzo de 2017, la firma, que hasta ese momento estaba en manos de la multinacional Pepsico, fue adquirida por el empresario Alejandro Ripani. El hombre se negocios estuvo batallando para mantener la firma funcionando hasta que en noviembre del 2019, agobiado por las deudas, pidió el concurso de acreedores.