Con los lagares en pausa y las viñas en el reposo del otoño, el agro en general y la vitivinicultura en particular, miran en toda la región hacia el cauce de sus principales ríos y hacia los embalses, que abastecerán el futuro. Este es el más grave de los problemas que avizora la agricultura regional: El agua escasa, las perspectivas magras que el cambio climático apura en las principales cuencas de San Juan y Mendoza, activando planes de emergencia, cortas más prolongadas y apuro de los gobiernos y los productores por prevenir la sed del futuro en los surcos y en los centros urbanos. San Juan juega sus principales cartas a los embalses del San Juan (Ullum, Caracoles, unos 900 Hm3 de reserva entre ambos espejos en buenos tiempos de escurrimiento) y el Jáchal (Cuesta del Viento, poco más de 200 Hm3, en el Norte jachallero), que ya dan muestras terminantes de que los deshielos flojos y la demanda creciente desde el verde productivo, están haciendo mella en el nivel de sus embalses de guarda. Se evidencian tensiones entre funcionarios, técnicos y productores por las previsibles medidas restrictivas. En Mendoza, el problema no es menos grave y, tal vez, peor. Es que el 75 % de su PBG se genera en torno a las aguas del río Mendoza, a cuyas márgenes vive casi el 65 % de la población de toda la provincia y ese caudal -en curva decreciente en las mediciones- sólo tiene para reserva la modesta envergadura del embalse de Potrerillos (poco más de 400 Hm3), cuyo nivel muestra una notable caída y ha movido a las autoridades a ampliar los períodos de reducción y corta en el suministro. En el Valle de Uco -el de las excelsas Malbec y Cavernet- el embalse de El Carrizal -poco más de 200 Hm3- no alcanza a cubrir las demandas agrícolas y la producción exige diariamente la construcción de otro dique aguas arriba del Tunuyán (Los Blancos). En el Sur -San Rafael y Alvear- el problema es menos complejo, pero de todos modos preocupante: el río Atuel (con los 3 embalses de Nihuiles y Valle Grande) sigue en bajas críticas y el asunto más serio pasa por la falta de impermeabilización suficiente de su red de canales.
Tanto en San Juan como en Mendoza el gran fantasma es el temor de que las próximas nevadas, inminentes se supone, no sean de envergadura suficiente como para nutrir las cuencas altas -glaciares y glaciares de escombro- y en definitiva los embalses no puedan recuperar los niveles suficientes para la gran demanda del agro en primavera. Los meteorólogos no terminan de coincidir en sus augurios, respecto a si tendremos o no en alta montaña las nevadas suficientes para evitar la angustia de primavera-verano en las fincas de los valles productivos.
La gestión de prevención contra las probables sequías y las obras de infraestructura prometidas para abastecer el valle árido, están formando parte en estos días de las campañas electorales que ya han comenzado con disimulo. Hay promesas en San Juan de ampliar la cadena de diques (Punta Negra y El Horcajo) y en Mendoza, Jaque anticipa que adjudicará el dique Los Blancos y terminará los estudios de Portezuelo del Viento este año.