Esta temporada las vides sanjuaninas no fueron golpeadas por heladas tardías, granizos ni lluvias de consideración, pero hay un factor climático que los expertos ya advierten que afectará el rendimiento de la cosecha: la seguidilla de calor ininterrumpido desde el 2 de marzo, con temperaturas que superan los 35 grados y rozan los 40, agravada por la escasez de agua de riego; está deshidratando los racimos en las fincas, un fenómeno que se traducirá en una merma de la cosecha, según aseguraron ayer especialistas del INV y del INTA. Si bien los expertos no arriesgan porcentajes, en la Federación de Viñateros ya estiman una caída del 20% o más respecto al último volumen pronosticado que fue estimado en 600 millones de kilos de uva en San Juan (ver recuadro). El estrago que ha provocado el calor en los últimos 11 días se llama “estrés hídrico” y se observa en racimos con bayas poco turgentes, que quizá aparentan buen tamaño pero que no pesan por la perdida de agua que sufrieron. “Las plantas de vid soportan muy bien temperaturas de 25 a 30 grados, por encima de 35 grados se resienten y a 40 grados la planta está completamente estresada”, explicó Rodrigo Espindola, jefe de la agencia de INTA Caucete y experto en vitivinicultura. “A esas temperaturas cierran sus estomas, que son pequeños poros por donde la planta hace el intercambio gaseoso que produce la fotosíntesis, lo que provoca una retracción inmediata de crecimiento”, dijo y agregó: “No es grave para la planta pero sí es perjudicial para el productor porque se traducirá en un menor rendimiento”. Para Hugo Carmona, jefe del área vitivinícola del INV “esta ola de calor de 10 días afectará el kilaje y la calidad, porque el racimo pierde agua y azúcar, que cuenta luego para el grado”. “Eso implica que habrá gamelas llenas de uvas que en lugar de los 20 kilos van a pesar 18”, graficó. Al calor reinante se suma que San Juan está transitando el sexto año consecutivo de escasez hídrica, el lunes pasado el dique Ullum llegó a su mínimo histórico y sólo se está enviando a riego el agua que trae el río, con un esquema de cortes acordado por las Juntas de Riego que ya comenzó.
Los dos especialistas consideraron esta situación como un agravante. “Hay productores que hace 30 días que no riegan, la planta sufre evaporación por arriba y no puede recuperar agua por abajo, entra en estrés, guarda reservas y entra a otoñar antes”, dijo Carmona. “Mucho calor y deshidratación, más no riego; acentúan la deshidratación porque no se puede reponer el agua que la planta está perdiendo”, sostuvo Espíndola, el referente del INTA. Agregó incluso que la recomendación de fertilización poscosecha que formula cada año el instituto este año deberá dejarse de lado si en las fincas no tienen agua para regar.
