San Juan ha ido ubicándose, con justicia y trabajo sostenido, en un lugar privilegiado del mapa del astroturismo nacional. Sus cielos diáfanos, la altura y la baja contaminación lumínica no son solo un atractivo, son un recurso estratégico que la Provincia decidió proteger y potenciar cuando el Congreso la declaró “Capital Nacional del Turismo Astronómico” en 2019, reconocimiento que abrió puertas para planificar inversiones y promocionar la región.
En los últimos años la oferta sanjuanina creció en calidad y en diversidad. El Parque Nacional El Leoncito y el complejo científico asociado concentran infraestructura y experiencia: el Observatorio Félix Aguilar y CASLEO no solo producen investigación de excelencia, sino que ofrecen visitas guiadas y actividades de divulgación que conectan a turistas y vecinos con la astronomía práctica.
A esa base científica se suman enclaves históricos y proyectos internacionales que posicionan a San Juan en la agenda global. La Estación de Altura en Barreal, con décadas de trayectoria en observación en condiciones excepcionales, y la instalación del radiotelescopio chino-argentino (CART) en la región, son ejemplos de cómo la investigación y la cooperación internacional pueden potenciar el turismo científico y generar nuevas oportunidades académicas y laborales.
La Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) cumple una labor central: forma profesionales en carreras vinculadas, mantiene unidades de investigación y desarrolla programas de extensión que llevan la astronomía a escuelas y al público general. Ese trabajo educativo -en aulas, en observatorios y en proyectos locales- es imprescindible para que el astroturismo sea también un proyecto cultural y formativo, no solo un reclamo para fotógrafos y aficionados.
Las perspectivas económicas y sociales son claras. El astroturismo amplía temporadas, diversifica la oferta y genera empleos locales vinculados al guiado, la hotelería y servicios especializados. Pero la consolidación exige gestión integral. Control de la contaminación lumínica, infraestructura accesible, formación continua de guías y docentes, y políticas que aseguren que los beneficios lleguen a las comunidades de la cordillera.
San Juan ya demostró que puede combinar patrimonio natural, capital científico y voluntad pública. La ley que la declaró capital nacional fue un reconocimiento y una invitación a profundizar esa apuesta. Si se mantiene la coherencia entre conservación, ciencia y turismo -con inversión y trabajo conjunto entre Estado, universidades, empresas y comunidades- su cielo podrá transformarse en una marca internacional sostenible. El cielo de San Juan puede ser motor científico y económico para la región.
