El próximo lunes, tres policías que trabajaban en la seccional 20ma. de Angaco, empezarán a transitar la recta final de un proceso penal que promete complicarles su futuro laboral: haberle dado una paliza a un hombre que estaba ebrio y paró a un costado de la calle para no causar un accidente, que podría acarrearle graves consecuencias a él y a terceras personas, dijeron fuentes judiciales.
El fiscal Nicolás Schiattino y los ayudantes fiscales, Roxana Fernández y Rodrigo Cabral (UFI de Delitos Especiales), ya anticiparon que al cabo de ese juicio esperan conseguir una pena de 3 años en suspenso (sin encierro) y el doble de tiempo de inhabilitación para ocupar cargos públicos contra los tres sospechosos. A saber: el agente Matías Francisco Durán Gómez, el cabo, Maximiliano Néstor Riveros, y la oficial, Emilce Gisel Pantano.
Todo pasó alrededor de las 4 de la mañana del 20 de abril de 2024 en calle Nacional a metros de Velázquez, en Angaco. La víctima, Armando Vázquez Calderón (45), denunció que esa noche había estado en un asado con unos amigos, y que cuando volvía a su casa, decidió parar porque supo que estaba ebrio y temía ser la causa de un siniestro con graves consecuencias, para otras personas y para él mismo.
A eso de las 2 -según relató- paró a un costado de calle Nacional y durmió. Pero a eso de las 4, dos policías lo despertaron para decirle que siguiera su rumbo y que entonces les explicó que no avanzaría por su estado de ebriedad. En ese momento, los uniformados le pidieron acompañarlos hasta la comisaría (les escuchó decirle que ‘dejara de dar asco’), produciéndose un forcejeo que terminó con él y uno de los uniformados en el piso, situación que fue aprovechada por otro de los uniformados para darle patadas en el piso.
Grandes cortes en uno de sus pómulos y en una ceja, como las lesiones más importantes que sufrió, pues dentro del patrullero siguieron golpeándolo. Para Fiscalía, Durán Gómez fue quien pateó a Vázquez en el piso y el cabo Rivero dentro del móvil policial. Por eso les imputaron el delito de apremios ilegales.
A la oficial Pantano le atribuyen falso testimonio, encubrimiento y falta de cumplimiento de los deberes de funcionario público. Según Fiscalía, mintió para intentar favorecer la situación de sus compañeros de guardia esa noche.
Los policías acusados buscaron desligar, denunciándolo por atentado y resistencia a la autoridad, pero la investigación encarada en la UFI Genérica llevó a desestimar esa denuncia, lo que significó un implícito apoyo a la teoría fiscal de que cometieron apremios ilegales.

