Un hormigueo parecía recorrerle el cuerpo cuando la representante fiscal, María Beatriz Vaca Pringles (UFI CAVIG) argumentaba por qué debía quedar preso por 3 meses, sospechado de haber obligado a drogarse y haber violado dos veces a una joven ‘vulnerable, con retraso neuromadurativo y con trastorno psiquiátrico sin tratamiento’; haberla lastimado con una botella rota tras los ataques sexuales ‘sin motivo alguno’, haber huido llevándose el celular de la víctima, cuando llegó la policía. Y volver dos días después para volver a golpearla. Esos habían sido los puntos salientes en la denuncia de esa chica y para Fiscalía las evidencias recolectadas hasta ahora refuerzan esos dichos. ‘Me quedo callado’, dijo el sospechoso (de 44 años, pintor y plomero, entre otros oficios), cuando el juez le preguntó si tenía algo para decir. Pero como siguió gesticulando y con intenciones de interrumpir el relato fiscal, su defensora oficial, Cecilia Mut, pidió un cuarto intermedio para explicarle que no podía interrumpir el trámite de la audiencia y que, si quería declarar, podía hacerlo. Instantes después, ese hombre que había sido detenido el pasado viernes, dio una versión totalmente contrapuesta a la denuncia.
Ante el juez, Eugenio Barbera, dijo que el día previo a los supuestos ataques, llegó de trabajar y le preguntó a la abuela de la víctima si había algo para comer, porque ‘ella duerme todo el día y su abuela no puede hacer trabajos domésticos’. Luego -detalló- vio una película y se durmió como a las 2,30 del día siguiente, el 9 de marzo pasado. Hasta que a eso de las 3,30 ella lo despertó de dos trompadas y al grito de ‘hijo de puta’. Él trató de buscar una explicación, pero ella siguió a los gritos hasta que la abuela de ella ingresó con un palo a donde estaban. Después -precisó- ella rompió la botella y se autolastimó en el cuello y también le lanzó un cuchillo, porque no era la primera vez que sufría esas ‘crisis’ y buscaba agredirlo.
También negó que llegara la policía y que hubiera sustraído el teléfono a la víctima, porque ese aparato es suyo. Y detalló que se autoagredía cortándose los brazos cada vez que él le decía que la iba a dejar (en 3 años de convivencia se separaron una vez).
Uno de los hechos que hicieron dudar al juez fueron las lesiones, pues para un médico eran anteriores al hecho.
A renglón seguido, la defensora oficial cuestionó el relato fiscal. Y puso especial foco en las lesiones, como la del cuello que no era de reciente data a pesar de que la joven fue revisada por un médico el mismo día de la denuncia. O las del presunto ataque sexual, que bien podían ser compatibles con la enfermedad de transmisión sexual que, al parecer, padece la víctima, o con relaciones consentidas.
Al final, al juez tampoco le cerró que las lesiones que la denunciante dijo haber sufrido en el ataque sexual fuesen de antigua data y no recientes, según un médico. Y que las otras heridas que presentaba hubieran sido posteriores a la supuesta agresión sexual.
Por eso adhirió al pedido de la Defensa de no dejar preso al sospechoso. Y aunque lo dejó libre le impuso someterse al proceso, presentarse una vez por mes en la comisaría 9na, la más cercana a su casa, y no acercarse ni molestar a la víctima. Fue entonces que el pintor estalló en llanto, porque hasta ese momento parecía no creer que hubiera sido detenido por un hecho cuya existencia fue negada de plano por su abogada defensora.
En los próximos días se producirá más prueba para esclarecer los hechos, pues ayer la defensora cuestionó, por ejemplo, que se mencionaran los supuestos problemas mentales de la denunciante sin tener a la vista algún certificado médico.

