Las auditorías dispuestas por la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) en el sistema de registro de comedores y merenderos comunitarios, difundidas por el Ministerio de Capital Humano arrojó una serie de irregularidades que han puesto en evidencia como la corrupción se había instalado en esta área, comprometiendo la transparencia y la eficacia de la política pública en beneficio de los sectores más necesitados de la comunidad, entre los que se encuentran principalmente niños y ancianos.

En términos generales Capital Humano reveló que las auditorías determinaron que de 54.613 comedores inscriptos el 87% estaban duplicados, lo que impedía manejar números reales en la tarea de reasignar fondos para el normal funcionamiento del sistema. Además se detectó que había 38.000 comedores que nunca fueron visitados por un inspector de RENACOM (Registro Nacional de Comedores y Merenderos) por lo que es imposible conocer fehacientemente cómo estaban funcionando y si lo hacían correctamente.

Desde el inicio de la actual gestión de gobierno se iniciaron una serie de auditorías sobre el sistema de comedores y merenderos gestionados por los denominados representantes de movimientos sociales y piqueteros ante las sospechas del desvío de alimentos. Esto ocurrió porque en ese momento tan solo el 7% de los comedores rendía cuenta sobre los alimentos recibidos, mientras que el resto navegaba en una nube de incertidumbre alentada por el favoritismo político y por el compromiso de punteros con los sectores del poder.

Durante años hubo miles de comedores que estuvieron recibiendo ayuda alimentaria sin ningún condicionamiento administrativo y con el único requisito de que sus gestores fueran amigos de algún funcionario de turno o pertenecieran a las filas del partido gobernante.

Para mucha gente estas maniobras, además de ser despreciables, son una muestra de la corrupción instalada en uno de las áreas más sensibles del sistema de ayuda social. Utilizar la necesidad de mucha gente, especialmente de niños y ancianos para usufructuar con una ayuda que en ocasiones no es fácil conseguir es lamentable porque marca a nuestra comunidad con una mancha indeleble que no es otra cosa que la corrupción instalada en los más diversos sectores de la vida nacional.

Hay que propiciar que este aspecto se regularice para que la ayuda llegue realmente a quien la necesite. Estamos ante la posibilidad de iniciar una nueva etapa en la que la corrupción debe quedar totalmente desechada, pero para ello se debe contar con hombres probos, intachables e insobornables en cada uno de los estamentos de la función pública, especialmente en las áreas de asistencia social.