Años de descuido en comprobar el estado sanitario de los árboles de los espacios públicos, agravados con una prolongada crisis hídrica, permanentes podas y talas indiscriminadas y una red de riego que no está en óptimas condiciones, han hecho que el arbolado público a nivel provincial se encuentre en un estado crítico que de no ser abordado como corresponde, con acciones que posibiliten su regeneración natural hasta conseguir una reforestación activa, estará en una situación muy grave con posibilidades de sucumbir dejando a varias zonas convertidas en auténticos páramos.
Las últimas observaciones realizadas por entidades ambientalistas han determinado que San Juan ha perdido un importante porcentaje de su verde y que en materia de forestación el arbolado público va en camino de perder a muchos de sus ejemplares por un problema que se ha generalizado como es el del estrés hídrico, que se produce cuando las plantas demandan más agua de la que se dispone. También se da cuando la calidad del agua limita su uso, aunque esto último no sea el principal problema que tiene la provincia, ya que el agua es apta para el riego pero en algunos casos es insuficiente o no está bien distribuida.
Todos estos inconvenientes que perjudican el normal desarrollo y crecimiento de las arboledas no son nuevos. Se vienen poniendo de manifiesto desde hace muchos años, pero a pesar de las advertencias que se han hecho desde esta misma columna de opinión, poco se las ha tenido en cuenta para revertir una situación que ya se veía venir y que puede llegar a tener graves consecuencias en la preservación del ambiente y las condiciones climáticas.
El tema del arbolado público debe ser tomado de una manera integral, con soluciones que abarquen cada uno de los factores que están incidiendo negativamente para que los árboles crezcan sanos y frondosos. Esto incluye mejorar la planificación de la forestación, asegurar el riego y mantenimiento de los árboles, y regularizar los procesos de poda y erradicación, siempre con un enfoque en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. La participación ciudadana es también fundamental ya que gran parte del cuidado de los árboles depende de la actitud de los frentistas. En muchos lugares donde las redes de riego no son óptimas, los frentistas han sido los responsables de hacer que los ejemplares se desarrollaran hasta convertirse en hermosos árboles, frondosos y de grandes hojas que en verano otorgan abundante sombra.
De ser necesario hay que promover que instituciones especializadas como las universidades o equipos científicos integrados por expertos aporten mayores conocimientos para desarrollar un plan forestal integral que ayude a recuperar lo que se ha perdido y hacer que la superficie cubierta por árboles crezca para ganarle terreno al desierto.
