Lo acontecido recientemente en el Río de las Tumanas, del departamento Valle Fértil, donde personas que visitaron ese lugar dejaron pintadas en las piedras y residuos esparcidos por todas partes, es una muestra de la falta de criterio que tiene mucha gente, que no está acostumbrada a cuidar su entorno, pero también de la falta de vigilancia que tienen estos lugares que por lo general se muestran solitarios y sin ningún tipo de control.

La responsabilidad de ejercer algún sistema de vigilancia que evite estos desmanes, debe ser compartida entre las autoridades provinciales y municipales, ya que ambas tienen jurisdicción a través de los organismos pertinentes para ejercer controles y de esa forma poder evitar el daño sistemático que se está haciendo a lugares emblemáticos y otros menos conocidos que posee San Juan.

Es evidente que el patrullaje que realizan algunos organismos, como la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable por las zonas más remotas de la provincia, no alcanza para garantizar que personas debidamente educadas e instruidas cometan estos hechos de agresión a la naturaleza. Las pintadas en las rocas con nombres o ilustraciones varias, realizadas con aerosoles u otras pinturas, es una de las prácticas más usuales, que dejan marcas indelebles por muchos años y que son realizadas en poco tiempo como para ser sorprendidos en el preciso momento en que se está haciendo este daño.

Hay otras formas de agredir el paisaje como por ejemplo encender fogatas que luego se descontrolan y provocan grandes incendios forestales que terminan con pérdidas cuantiosas de la flora y la fauna autóctona, y en algunas ocasiones con pérdidas materiales de viviendas y otras pertenencias.

Entre los lugares que en los últimos años han resultado más afectados por este tipo de desmanes figuran lugares turísticos de Calingasta e Iglesia, en las localidades de Barreal o en las inmediaciones del Dique Cuesta del Viento, respectivamente.

Circuitos como los que se han trazado en las inmediaciones del Dique de Ullum; el paraje de la Difunta Correa, en Vallecito, departamento Caucete; la traza de la Ruta 150, entre Valle Fértil y Jáchal y el mismo circuito de Ischigualasto en el Valle de la Luna, también figuran en la larga lista de paisajes dañados.

La vigilancia para evitar estos atropellos debe encararse de una manera más eficiente. La utilización de drones para detectar estos abusos o, al menos para intimidar a los responsables, es una solución que podría aplicarse. La otra alternativa es que la misma gente o vecinos se constituyan en vigilantes y denuncien cualquier hecho, aunque se trate de una simple sospecha.