De día, todos en la casa de la madre de él enferma de diabetes, en el barrio Don José, Pocito. De noche, ella parte en micro con su nene de 12 años a dormir a lo de su padre. Al otro día vuelve con su hijo porque desde el domicilio de su suegra la escuela le queda más cerca. Así, prácticamente a diario, desde el pasado 20 de mayo, cuando un incendio les destruyó todo en su casa prefabricada, construida en el fondo de la casa de la madre de él. Pero Bárbara González (33) y su marido Kevin Southwell (35) ya no quieren vivir más así. Quieren su intimidad, dejar de ‘andar de arrimados’, ‘amontonándose’ en lo de sus parientes y empezar otra vez, pero en un techo propio.

‘Nunca le pedimos nada a ningún gobierno, pero esto es insoportable, no hubiéramos querido hacer esto, pero necesitamos ayuda. Fuimos al municipio de Pocito y nos dieron un par de bolsones de mercadería, dos camas y dos colchones, pero nos dijeron que no nos pueden ayudar con un alquiler o a conseguir aunque sea un módulo. Al IPV ya nos cansamos de ir y nos siguen diciendo que esperemos. Lo grave es que sabemos que hay casas deshabitadas y otras que alquilan… quisiéramos que el gobernador nos atienda, que se apiade de nosotros’, dijo ayer Bárbara, desesperada.

El drama para los Southwell González comenzó a eso de las 19 del 20 de mayo pasado. Esa tarde, la pareja salió a buscar a su hijo, que hacía una tarea escolar en la casa de un compañero. Dejaron todo cerrado en esa prefabricada comprada 14 años atrás con la indemnización por despido que le pagaron a él en una fábrica de motos. Y ya volvían cuando un vecino los llamó para decirles que todo ardía. Cuando llegaron, todo ardía y literalmente quedaron con lo puesto.

‘Agradecemos a la gente que nos dio una mano, pero necesitamos un techo, mi marido hace changas como taxista y ayuda a su madre, pero no nos alcanza para un alquiler’, remarcó la joven.