Sea cual sea el modelo familiar que se adopte, en términos normales, el padre siempre será el referente de la fortaleza que hace que un grupo familiar tenga bases firmes en que apoyarse, permitiendo que sus integrantes tengan a donde recurrir en casos de necesidad extrema o, simplemente, para expresar emociones y sentimientos.
En este sentido hay que tener en cuenta que la figura del padre, de manera natural, se asocia a la internalización de normas de comportamiento y al denominado ‘deber ser” facilitando a los hijos el proceso de integración dentro de una sociedad donde se deben respetar y seguir ciertas reglas para una buena convivencia.
Desde tiempos remotos ha quedado demostrado que la figura del padre, al igual que la de la madre, no puede ser sustituida por nada cuando llega el momento en que los integrantes de una familia buscan apoyo y seguridad ante situaciones complicadas o momentos difíciles que a todos en algún momento de la vida nos toca vivir.
El fenómeno de las separaciones y los divorcios, en constante aumento y tan usuales en esta época, más allá de lo que se creía no ha afectado los vínculos entre padres e hijos y viceversa. Cada vez es más común que los progenitores compartan uno o varios días a la semana para mantener intacto ese vínculo que los une en un sentimiento de amor recíproco.
Por otra parte, la desvalorización de la figura del padre que se ha dado en estas últimas décadas promovida por una serie de factores con los que se ha pretendido demostrar que la familia ha perdido importancia, afortunadamente no ha incidido en gran medida y hay padres que, a pesar de estar separados, cumplen con mucha vocación su rol de progenitores responsables.
En este día del padre hay que promover que quienes tuvieron la suerte de ser progenitores de una descendencia o que han adquirido esa condición mediante un acto voluntario de adopción o de amor a los hijos de su pareja, puedan seguir ejerciendo esa noble función de ser base y sostén de una familia, no solo en el aspecto económico sino en la enseñanza de valores y conductas.
Más allá de los nuevos modelos que se tratan de inculcar, la familia tradicional integrada por el padre y la madre seguirá siendo la estructura más sólida en la que un hijo pueda ser desarrollarse plenamente con valores propios que hacen a su desarrollo personal.
