Dos uniformados con la jerarquía de cabo en la Policía, fueron detenidos en la tarde del miércoles, sospechados de haber quebrantado la ley cuando persiguieron e hirieron por la espalda con al menos 15 perdigones de goma a un joven de 20 años, que no quiso frenar la marcha de su moto cuando lo interceptaron para entrevistarlo, alrededor de la 1,30 del lunes pasado, sobre la Ruta Nacional 40, entre Benavides, en Capital, y Centenario, en Chimbas. Esos policías aparecen complicados por al menos tres motivos: primero, por dispararle a alguien por la espalda cuando disponían de otras alternativas para detenerlo (como cerrarle el paso con sus motos de mayor cilindrada o pedir refuerzos, dijeron). Porque debieron seguirlo hasta donde el muchacho fue a pedir ayuda (la YPF de Centenario y Ruta 40) para allí apresarlo y labrar un acta con los motivos del arresto, en lugar de tomar otro rumbo. Y, tercero, porque en el informe que elaboraron para justificar en qué circunstancias utilizaron el cartucho de escopeta disparado contra ese joven, dejaron asentado que habían efectuado al menos un disparo en un barrio distinto al lugar donde habían ocurrido los hechos, dijeron fuentes judiciales.

La sospecha de que así ocurrieron los hechos, se vio reforzada por una evidencia clave: un testigo, precisaron.

Incumplimiento de los deberes de funcionario público, abuso de arma y lesiones, agravadas por ser funcionarios policiales, son los delitos que el fiscal Nicolás Schiattino y el ayudante fiscal, Ignacio Domínguez (UFI de Delitos Especiales), barajan imputar a los implicados, el cabo primero Alejandro Meza (31) y al cabo Andrés Bernal (27), con último destino en la Motorizada I. Sin embargo solo uno de ellos enfrentaría todos esos delitos, por haber tomado la decisión de disparar, precisaron. Según los voceros, hasta ahora todo indica que fue Bernal el que efectuó el disparo y por esa razón el uniformado que conducía la moto, Meza, solo enfrentaría cargos por no cumplir sus deberes de funcionario policial.

La víctima fue Agustín López. Según las fuentes, este joven transitaba en su moto Kimco 110cc cuando un grupo de policías (se habla de que hubo un tercer uniformado en otra moto) buscaron detenerlo. Públicamente, dijo que tuvo miedo y que no se detuvo, además, porque consideró que no había hecho nada anormal. Que cuando pidió ayuda en la estación de servicio, se acercaron los policías de la casilla que hay en ese lugar, y que volvió a temer por la forma en que lo encararon y se metió a la casa de un familiar, donde le quitaron la moto. Cuando los policías constataron que el rodado era suyo y que habían cometido un error -precisó- llegó un jefe policial a pedirle disculpas y a recomendarle que hiciera la denuncia.