No solo sabe tocar muy bien la guitarra, dicen por ahí que es capaz de amenizar cualquier encuentro y también se comenta que es un absoluto conocedor de todos los riffs de Keith Richards. Pero por lo que más se trascendió Santiago Butler es por ser pieza clave de una de las bandas uruguayas más populares del Cono Sur, ‘La Vela Puerca’, combo uruguayo que regresa a San Juan hoy (ver aparte), para celebrar con sus seguidores locales 30 años de exitosa existencia artística. Una fiesta donde repasarán sus clásicos, pero en la que también sonarán sus más recientes producciones. De cara a su actuación, el talentoso violero dialogó con DIARIO DE CUYO.

xvela-728x456

– ¿Cómo está resultando el festejo de tres décadas de rock?
– Con mucho trabajo, viajando por Mendoza, Córdoba, Asunción, España y Alemania; pronto iremos a Colombia, México, Estados Unidos y estaremos en noviembre en Ferro, Ciudad de Buenos Aires, para después dar el gran cierre en La Rambla, Uruguay. ¿Cómo estamos? Muy contentos, de tener tanto que elegir para tocar las canciones de todos los discos (NdeR: son doce); haciendo lo que somos, una banda de amigos, y lo que sabemos hacer bien, tocar en vivo. Contentos también por habernos ganado el cariño de la gente tanto de Uruguay como de Argentina. Sucede que nunca agarramos una fórmula y la repetimos. Por más que funcione bien comercialmente, sacamos discos que fueron cambiando el rumbo y en este sentido, nunca fuimos políticamente correctos en hacer lo que funciona.

– ¿En qué momento tomaron conciencia que Uruguay empezaba a quedarles chico?
– Cuando comenzamos a hacer shows en teatros durante los veranos en Uruguay, de a poco unos conocidos en Buenos Aires empezaron a invitarnos a tocar. El ‘Cebolla’ Cebreiro cruzó el charco primero para repartir volantes de promoción y en poco tiempo tocamos en el Teatro Argentino de La Plata, en Cemento y otros lugares, tal vez hablamos de año 2000 por ahí. Así fue cómo nos pusimos objetivos a corto y a largo plazo, a medida que nos funcionaba. Después vino Obras Sanitarias, Ferrocarril Oeste y varios festivales grandes, que de a poco nos fueron facilitando el contacto con Argentina. Siempre estuvimos muy cerca del rock argentino. Escuchábamos mucho las canciones de Los Piojos, Charly García, Papo, Sepultura, 2 Minutos, Los Fabulosos Cadillacs, Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota… De hecho, todavía mucha gente piensa que somos argentinos.

– ¿Qué horizontes nuevos tienen que perseguir ahora, ya consolidados?
– Hablar de horizontes, para mí, no sé, me parece siempre que lo mejor está por venir. Creo que a La Vela le queda pila para rato. Los tiempos van cambiando, las formas de mostrar la música o de grabarla o de hacer las giras van transformándose, pero nosotros lo llevamos como una gran familia en la forma de hacer las cosas. No nos podemos quejar de todo lo que nos está pasando. Por suerte, podemos vivir de esto. Pero también, desde nuestro lugar, tratamos de poner un granito de arena necesario para sobrellevar este mundo, que como lo estamos viendo, nos resulta tan caótico. Por eso me parece que si la gente puede ir a un concierto de La Vela y pasar dos horas para que se olvide de todos los problemas y conflictos que pueda tener por ahí y que, de paso, se lleve un mensaje que le haga reflexionar y se vaya distinta a como entró, entonces eso ya es muy positivo y más no se puede pedir.

– En otras palabras, no solo están para entretener…
– Recuerdo que para los festejos de los primeros diez años de la banda, que también son navidades, lo mejor que no salió fue un festejo para juntar alimentos y juguetes para los más necesitados. Tratamos de ser útiles en eso, de ayudar a todas las organizaciones y así poder contenernos ante esta realidad tan llena de contradicciones que vivimos. Para que en algún punto pueda mejorar algo, pueda verse algo de luz en algunos lugares y también para poder salir de la bobada en la que estamos metidos como sociedad, que parece ser que está muy dormida y conflictuada.

– Quizás el rock no pueda dar vuelta a este mundo ¿Pero algún refugio de la cultura tiene que existir?
– Sí, porque me parece que en el arte, cualquiera que sea, como la música en nuestro caso, hay pureza. Es algo que no está compitiendo, que no tiene esa ambición material, envidia, ni afán del poder. Hablo del poder de todo tipo, no solo del poder económico. Me refiero a esa corrupción mental en la que desgraciadamente cae el ser humano, porque nadie está salvado. En algún punto todos caemos en estar corriendo la carrera desmedida por lo material. Y la cultura, va por otro lado, va por el disfrute, va por el sentirse bien. Eso es lo que la música siempre logra, concebir un mundo diferente, porque no está solo para entretener, sino también para transformarnos por dentro, sin dudas.

– ¿Cómo se adaptan a los nuevos estándares que impone la industria musical? ¿Qué importancia les dan a nuevas herramientas como este podcast ‘Tenemos jardín’?
– Se trata de una idea que muestra cosas que queríamos contar de nosotros y nos parece bueno tenerlo, una idea y acertada y bastante novedosa. Ahí vamos entrándole, si bien somos de otra generación, vamos aprendiendo de a poco remando en todo ese mundo de lo tecnológico. Pero no le damos bola a los algoritmos; está presente, obviamente, en cualquier red social, que ya es como un vigilante permanente de lo que mirás, leés y escuchás para que te armen el paquete especial para vos. Un paquete mal pensado, porque si te fijás, lo consumís tanto que hace aumentar tu dopamina y te siguen mandando más de eso. Es horrible, la verdad, porque es como estar controlado por una máquina. No me parece nada bien por ese lado. En ese sentido, tratamos de ser más analógicos. Y dejamos las redes sociales solo para anunciar los shows; pero la experiencia real y más importante para nosotros es el recital en vivo. Ahí es donde el arte fluye de verdad.

– ¿El ritual del encuentro con la gente?
– ¡Exactamente! Son dos horas de concierto, de celebración en donde todo puede suceder. Se expande toda la energía y nos mostramos tal como somos.

– ¿Pensás que el rock, como movimiento cultural, está quieto, perdiendo terreno o adeptos; o todo lo contrario?
– No, el rock no muere, el rock está vivo en las bandas, que siempre tienen algo para decir. Si bien hay fenómenos nuevos, nuevas formas de decir las cosas, siempre que sea creativo y espontáneo, que te deje pensar y cuestionar, eso sirve. Sea un tipo con un palito o con 10 guitarras, siempre valdrá la pena.

> DATO
La Vela Puerca. Esta noche, 22 hs, Sala del Sol de Luna Morena (Av. Rawson 1358 sur). Entradas: $45.000. Disponibles en Tuentrada.com