Los procesos tienen sus tiempos pero para el Atlético San Martín todo ha sido más que vertiginoso desde aquel 8 de diciembre del 2024. Le costó convertir, le costó ganar. En ese proceso probó todo desde lo táctico con cinco esquemas, con 24 futbolistas utilizados de su plantel, como para decir ahora que después del primer tiempo contra River por la séptima fecha y en el partido contra Belgrano por la octava por fin asomó su nueva identidad. Con dos pilares que han estado desde el primer partido hasta hoy: el arquero Matías Borgogno y el central Rodrigo Cáseres.

Clave. Matías Borgogno es la gran figura de este nuevo San Martín en Primera División.

Para el debut, el premio del cuerpo técnico fue darle titularidad a la base que logró el ascenso con la apuesta del 4-2-3-1 que había servido para lograr subir. Casa, Montagna y Seba González fueron de entrada y Fede González fue el punta. En la segunda fecha, el cambio fue total. Apareció el modelo 3-5-2 con ocho cambios en la formación. Apareció como novedad Tomás Fernández en el equipo siendo una de las apuestas grandes.

En la tercera fecha, Antuña paró en cancha contra Rosario Central el modelo que más probaría: 3-4-2-1. Ya Burgos y Reclade se metían como fijos en defensa y Portillo con Diarte eran los dueños de los laterales. Lo repitió contra Sarmiento en Junín pero no terminaba de cuajar la idea.

En la quinta fecha, siendo local de Talleres, el cuerpo técnico de San Martín optó por un modelo más. Esta vez, 4 en defensa, 1 contención, 4 más adelantados y un solo punta. Llegó River y la decisión táctica fue ir al clásico

4-4-2 con Cavallaro titular. No alcanzó para ganarlo pero San Martín ya fue otro. Más combativo, más compacto. Para que ante Belgrano, se repita para poder ganar.

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