En San Juan, la lucha contra el narcotráfico tiene una dimensión que muchas veces pasa desapercibida al no considerarse la colaboración ciudadana. Desde comienzos de este año, el Departamento de Drogas Legales de la Policía ha recibido más de un centenar de denuncias anónimas que permitieron detectar focos de venta de estupefacientes en distintas barriadas de la provincia. Se trata de una herramienta valiosa y silenciosa, que pone en evidencia que el combate al narcomenudeo no depende solo de las fuerzas de seguridad, sino también de la conciencia colectiva.

La particularidad de este sistema de denuncias es su carácter absolutamente confidencial. No se solicitan nombres, direcciones ni teléfonos, y el Código Procesal Penal Federal prohíbe expresamente que se revele la identidad del denunciante. De esta manera, se garantiza la seguridad de quien aporta información y se elimina cualquier riesgo de exposición.

Aun así, la participación comunitaria sigue siendo baja, posiblemente por los temores que genera involucrarse en un tema tan sensible.

Es necesario reforzar el mensaje, teniendo en cuenta que denunciar no implica ponerse en peligro. Muy por el contrario, es un acto de responsabilidad cívica que contribuye a mejorar la vida en los barrios. Cada aviso, cada dato concreto, puede significar la diferencia entre una comunidad atrapada por el delito y otra que apuesta por la convivencia y la tranquilidad.

El proceso que sigue a cada denuncia es cuidadoso. No se judicializa de inmediato, sino que se verifica primero la existencia del domicilio y la presencia de movimientos sospechosos. Solo si hay indicios firmes, la Policía solicita autorización fiscal para avanzar con la investigación. De lo contrario, el expediente se archiva como antecedente. Esta metodología demuestra que el sistema no persigue rumores, sino hechos verificables.

La información que brinda la gente común es, en muchos casos, la clave para desbaratar pequeñas redes de venta que afectan el tejido social. Promover la participación vecinal es promover la seguridad y el bienestar colectivo. Denunciar, en este contexto, no es un acto de miedo, es un acto de compromiso con la comunidad.