La tecnología de uso virtual como app, redes sociales, inteligencia artificial, entre otras son aplicaciones que usadas para bien pueden servir a la sociedad en diversas áreas. Sin embargo, estos avances en las comunicaciones crearon vínculos virtuales cuyo principal objetivo es dar soportes para que las personas compartan contactos personales, producir contenidos de todo tipo, videos, informaciones, opiniones, marketing, y publicidad.
La proliferación de redes y usuarios, la ausencia de responsabilidades, mal uso que hicieron las personas y la falta de reglas claras producen daños en la privacidad, en la salud mental, en abusos cibernéticos, en la apropiación indebida de algoritmos para fines contrarios a las decisiones de una comunidad. También se utilizan imágenes o personas para fines promocionales sin la debida autorización, Fake news, Deep fakes y últimamente con la aparición de inteligencia artificial la posibilidad de copiar nuestra personalidad para crear un gemelo digital que puede actuar como si fuera el original pero no lo es. Es decir una asociación de investigadores permitió crear un modelo capaz de clonar la personalidad de una persona.
Esta maraña de posibilidades comunicacionales en general ocultan sutilmente sus verdaderos propósitos de inducir a las personas en lo individual y colectivo para un determinado fin que puede ser peligroso para la salud mental.
En ese sentido, la ciencia sigue su propio camino descubriendo nuevas fórmulas, a veces hasta difíciles de creer, o bien acumulando datos e informaciones que sirven para campañas electorales o publicitarias.
En esta proyección vertiginosa queda en evidencia que promotores de estos sistemas no eluden su responsabilidad en cuanto a los fines y controles, pero siempre resultan insuficientes o se detectan cuando ya el consumidor ha traspasado la conciencia del bien y del mal. No obstante las empresas vinculadas a estas redes, como los gobiernos, universidades y asociaciones científicas y sociales deben comprometerse a encontrar las formas de prevenir abusos o perjuicios de salud, como depresión, ansiedad, frustración y adicción.
La alteración de la verdad es un síntoma de la distorsión, lo mismo que los videos capciosos, en el sentido que aparecen como factibles y se apoyan en emociones debidamente mimetizadas, y manipuladoras de la conciencia.
No obstante el daño es necesario considerar que pueden ser evitados por los usuarios y el público en general recurriendo a espacios serios y manteniendo siempre conciencia que son víctimas de manipulaciones en las que no hay que dejarse envolver.
El filósofo coreano Byung Chu Han advertía sobre “el estado actual de la humanidad marcada por el miedo, la angustia, la literatura, el cine y las redes con sus ficciones, nos introducen en escenarios rodeados por tragedias mundiales en los cuales es muy fácil sentirse que estamos al borde del fin de nuestros tiempos”.