La mujer preparaba la comida cuando sus hijas más grandes, dos nenas de 8 y 6 años, le contaron que habían sido manoseadas por el hombre que cuidaba y limpiaba el salón de eventos en el que con frecuencia jugaban, porque su mamá alquilaba un departamento del mismo dueño, construido en un primer piso de ese espacio de alquiler. Se indignó y les prometió ocuparse del asunto, mandándolas a jugar. Nunca imaginó que instantes después, se toparía con el mismo sujeto otra vez tocándole las partes íntimas a sus niñas.

Entonces hubo una dura recriminación a ese sujeto, que lejos de asumir su responsabilidad, amenazó con matarla a ella y a sus niñas si se atrevía a decir algo. Según fuentes de la investigación, la mujer reconsideró la situación y se mantuvo en silencio, aunque con la espina. Hasta que un día lo vio en la calle, le dio miedo y enfiló derecho hasta la UFI ANIVI que dirige el fiscal coordinador, Raúl Iglesias, y allí puso la denuncia. De inmediato se inició una investigación con la ayudante fiscal Marisa Marsiglio y pesquisas de esa unidad fiscal. Y el 27 de diciembre pasado, ese sujeto, Rubén Darío Solís (51) quedaba preso por orden del juez Eugenio Barbera. Para entonces ya se sabía que no era la primera vez que caía por el mismo motivo, porque en abril de 2024 había terminado de cumplir una condena de 8 meses de prisión de cumplimiento efectivo por abuso simple contra una menor y que en el 2013 había recibido otro castigo, también por abuso sexual.

Ayer, luego de tres meses de investigación, Solís comprendió que sería difícil derribar la acusación fiscal porque además del relato de las niñas, los psicólogos concluyeron que presentaban los habituales indicadores de los niños abusados y que el relato de esas menores era verosímil, lógico y coherente.

Por eso fue que, a través de un representante de la Defensa Oficial, Lucas Quiroga, el sospechoso acordó un juicio abreviado. En ese pacto, reconoció haber amenazado a la madre de esas niñas y también los ataques contra esas menores, calificados como abusos simples reiterados. También aceptó la pena que finalmente le impuso el magistrado, 1 año de cumplimiento efectivo en la cárcel de Chimbas, un lugar que ya conoce.