Mediante el Decreto 571/2025 publicado recientemente en el Boletín Oficial, el Gobierno nacional oficializó la eliminación de la Dirección Nacional del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), con lo que se considera que se perderá la condición de ‘pilar del desarrollo territorial” que este organismo ha venido ejerciendo durante décadas en beneficio del sector agropecuario.
La medida que se venía considerando desde el momento en que el actual Gobierno nacional inició su gestión, logró avanzar decisivamente hacia su objetivo final que era la de suprimir la Dirección Nacional del INTA, transfiriendo todas sus responsabilidades y funciones a la presidencia del organismo, designada por el Poder Ejecutivo.
Se trata de una decisión enmarcada en un proceso de ajuste más amplio, iniciado en julio pasado, con un decreto que ya había transformado al INTA en un organismo desconcentrado bajo la órbita de la Secretaría de Agricultura.
En varios sectores gremiales y vinculados con la producción agropecuaria la medida ha sido rechazada por considerarla “un proceso de desguace”, dentro de un “plan de destrucción del Estado y del desarrollo productivo del país”.
Si bien esta eliminación va a perjudicar a miles de trabajadores de todo el país, que se van a quedar sin empleo al producirse la reestructuración anunciada, son miles también los productores que se van a quedar sin el asesoramiento y orientación que ofrecía el INTA, dentro de una importante tarea de promoción y apoyatura para los proyectos productivos.
Con el INTA suman 20 los organismos públicos que han sido disueltos, transformados o fusionados desde el 10 de diciembre del 2023. Estas medidas, que han sido tomadas por el sector oficial con el convencimiento de mejorar el funcionamiento general del Estado en su lucha contra el déficit fiscal, están ocasionando numerosos inconvenientes en distintos niveles, como en este caso entre los productores que recibían asesoramiento del organismo nacional para mejorar sus respectivas producciones.
En las delegaciones que el INTA posee en las provincias, la eliminación de la Dirección nacional va a repercutir con una pérdida significativa de la autonomía técnica. Es decir se deja de tener la principal autoridad, que era la que fijaba el rumbo de las investigaciones que se han estado llevando adelante con el propósito de mejorar la calidad y cantidad en la producción de los cultivos.
Sin duda, una pérdida significativa que a lo largo del tiempo podrá evaluarse con mayor detenimiento y observar las implicancias que pueda tener en la economía del país.
