En una Copa Argentina ya sin Boca, Independiente ni San Lorenzo -todos derrotados ante equipos de Primera División, es cierto-, River pasó su segundo rival del Ascenso en la edición 2025. A la ya olvidada serie contra el ignoto Ciudad Bolívar se le sumó un 3-0 ante San Martín de Tucumán en el que el equipo de Marcelo Gallardo cumplió el primero de los deberes en este torneo: evitar los errores no forzados.

Aunque River primero piensa en la Copa Libertadores y luego en el Clausura, no hay que descartar a la Copa Argentina como un remedio para un año que no arrancó bien. Incluso podría ser una primera solución para un ciclo, el de Gallardo, que este martes cumplirá un año y aun no tiene títulos. De hecho, la Copa Argentina fue una competencia medular para el primer ciclo del Muñeco: River ganó tres títulos con peso específico. En 2016, con el 4-3 en la final ante Rosario Central, el equipo de Gallardo se clasificó a la Copa Libertadores 2017. Justamente en 2017, con el 2-1 ante Atlético Tucumán, el bicampeonato en la Copa Argentina descomprimió en parte el tremendo golpe recibido contra Lanús en la semifinales de la Copa Libertadores -potenciada por un superclásico perdido posteriormente-. En la siempre triunfante Santiago del Estero, el equipo de Gallardo cocinó el triunfo a fuego lento un triunfo más necesario que reivindicador. Hay partidos en los que la victoria vale más por lo que se evita (una crisis) que por lo que genera.

El cuadro de la Copa Argentina parece haberse despejado: tampoco quedan Estudiantes, Vélez, Huracán ni Rosario Central. De los grandes, sólo Racing. Es cierto que ya sólo participan equipos de Primera División y que a River no le sobra nada en los mano a mano -menos cuando tiene que definir por penales-, pero la Copa Argentina puede ser una solución por si la Libertadores y el Clausura entregan malas noticias.