No recuerda cuándo comenzó a transitar la época de vacas flacas. Pero sostiene que nunca cayó ‘tan bajo’ como ahora. Cree que será imposible salir adelante sin la solidaridad de la gente. Se trata de Elio Ortiz, un hombre epiléptico de 60 años, que hace 3 meses vive dentro de su camioneta, y que pide ayuda con trabajo o una vivienda a préstamo.

Desde febrero pasado, la arboleda de eucaliptos sobre Calle 5 y General Acha, en Pocito, se convirtió en su nuevo hogar. Allí ancló su camioneta donde aún duerme y por un doble motivo: no tiene a dónde ir y la movilidad está rota. ‘Un albañil me trajo tirando hasta esta arboleda para que me quedara hasta que cambie mi suerte, pero ya pasaron tres meses y sigo esperando que eso suceda. En realidad llevo años esperando que la vida me sonría un poco’, dijo el hombre tras terminar de barrer y regar el espacio libre entre los árboles donde estacionó su vivienda.

Ortiz dijo que su dura historia comenzó luego del divorcio y de quedarse sin casa y sin el negocio con el que mantenía a su familia, de la que no quiso hablar. Desde entonces sobrevive con los $260.000 de la pensión por discapacidad que cobra debido a las enfermedades que padece y viviendo de prestado gracias a la caridad de la gente. O al menos esto fue así hasta hace casi dos años cuando su situación empeoró. ‘Viví en un lugarcito que prestaba una señora en Santa Lucía hasta fines del 2023 cuando me salió la oportunidad de trabajar en una quinta en calle Tacharet, en Rawson, donde me prometieron trabajo acorde a mi discapacidad con el pago correspondiente y una pieza para vivir. No cumplieron con nada de lo prometido’, sostuvo Ortiz.

El hombre contó que su empleador le dijo ‘me servís para correr la manguera’, pero que tuvo que hacer todo tipo de trabajos pesados que lo descompensaban, y gratis. ‘Estuve 2 años y 3 meses haciendo de todo, trabajos de pintura, de albañilería, de electricidad y lavando la vajilla que usaban los inquilinos que a veces eran 80. Nunca me pagó y ni me dio la pieza prometida, sólo podía usar el baño. Desde entonces duermo en la camioneta, que ahora se ha convertido en mi casa’, dijo el hombre.

Tras renunciar a la ‘explotación laboral’, Ortiz se instaló en la arboleda donde sobrevive con su pensión y la solidaridad de la gente, ya que dijo que no logró asistencia oficial hasta el momento. ‘De la Escuela Provincia del Chaco que está al frente me dan agua potable en bidones. Y puedo usar el baño de una señora que tiene un negocio acá a la vuelta y que todos los mediodías me trae una vianda. Ella también me prestó una garrafita para cocinar y calentar agua para higienizarme. Además, en Cáritas me dan ropa, ya que la que tenía la rompí trabajándole gratis al dueño de la quinta. Me da mucha vergüenza tener que pedir, pero no me queda otra’, sostuvo el hombre.

Un trabajo acorde a su condición de salud o a cambio de un lugar donde vivir es lo más urgente que necesita Ortiz, ya que dentro de poco comenzará a bajar la temperatura y ni siquiera puede cerrar la puerta de su movilidad porque está abarrotada con sus cosas. Tampoco puede moverla del lugar para ponerla bajo un techo porque está rota, y cree ‘casi imposible’ que alguien colabore con el arreglo de su vivienda de cuatro ruedas.