La publicación de ‘Dilexi te” ‘Te he amado”-, la primera exhortación apostólica del Papa León XIV, representa mucho más que un texto doctrinal. Es una declaración de continuidad espiritual y una reafirmación del rumbo que la Iglesia comenzó a recorrer bajo el impulso del Papa Francisco. El nuevo Pontífice elige como punto de partida un mensaje que no elude la realidad, que se atreve a mirar al sufrimiento humano sin filtros ni complacencias.
En la exhortación, León XIV denuncia con firmeza ‘la economía que mata”, expresión que retoma de su antecesor, y advierte sobre la creciente desigualdad que asfixia a millones, especialmente en Europa, donde la pobreza deja de ser una estadística para convertirse en una herida abierta. Con especial sensibilidad, el Papa señala la ‘doble vulnerabilidad” de las mujeres, víctimas de un sistema que las margina tanto en lo económico como en lo social, y que pone a prueba su dignidad cada día.
Lejos de un diagnóstico pesimista, ‘Dilexi te” propone un camino de esperanza. El Pontífice llama a abrazar a los migrantes y a los excluidos, no como una cuestión de política o caridad, sino como una exigencia evangélica. Señala que ‘donde el mundo ve amenazas, la Iglesia ve hijos”. Es un mensaje que interpela a los creyentes y a toda la sociedad, invitando a mirar al otro no como un problema, sino como una oportunidad para redescubrir la fraternidad.
En un gesto de profundo simbolismo, León XIV rescata la fe popular y la experiencia latinoamericana, especialmente la misión en Perú, como testimonio vivo de una Iglesia que aprende de los pobres y camina con ellos. ‘Dilexi te” inaugura así un pontificado que promete devolver centralidad al Evangelio del servicio, al compromiso con la justicia social y al amor concreto por quienes más sufren. Una Iglesia que no teme ensuciarse las manos porque sabe que en los márgenes también habita Dios y es donde debe cumplir sus principales objetivos en beneficio de la humanidad.
