La decisión del Gobierno de San Juan de avanzar con una licitación pública para el mantenimiento de un tramo estratégico de la Ruta Nacional 40 Norte no es un hecho menor. Por el contrario, es una señal política y de gestión que deja al descubierto una realidad incómoda. La retirada del Estado nacional de funciones básicas como el mantenimiento de rutas troncales obliga a las provincias a asumir responsabilidades que no les corresponden, pero que resultan impostergables.

Vialidad Provincial lanzó el proceso licitatorio, financiado íntegramente con fondos propios, para garantizar la conservación y limpieza de 18,82 kilómetros de la Ruta 40 Norte, desde el kilómetro 3.465 hasta el 3.483, atravesando Capital, Chimbas, Albardón y el límite con Ullum. Se trata de un corredor vial vital para la provincia, no solo por su intenso tránsito diario, sino porque conecta con departamentos clave como Jáchal, Calingasta e Iglesia, además de ser una vía esencial para la actividad productiva, minera y turística.

El deterioro actual de este tramo es el resultado de años de falta de mantenimiento y de una repavimentación largamente postergada. No es casual que se hayan multiplicado los accidentes de tránsito en la zona, especialmente desde Albardón hacia el Norte. De hecho, al inicio de la actual gestión nacional, la obra había comenzado a licitarse, pero quedó truncada cuando la Nación decidió retirar el financiamiento a la obra pública en todo el país. Frente a ese escenario, la Provincia no tuvo otra alternativa que firmar convenios que le permitan intervenir en una jurisdicción que, en teoría, no le pertenece.

La inversión prevista, que ronda los 935 millones de pesos, apunta a un mantenimiento vial integral durante un plazo de 720 días. Las tareas contemplan limpieza general, desmalezado, barrido manual y mecánico, retiro de residuos, pequeños bacheos, recambio de defensas metálicas y limpieza de desagües, cunetas y alcantarillas. A ello se suma una exigencia clave: el cumplimiento estricto de normas de higiene, seguridad y responsabilidad ambiental, con la obligación de ejecutar un Plan de Manejo Ambiental acorde a los estándares vigentes.

Sin embargo, este paso necesario no debería ser el punto final, sino el inicio de un plan más ambicioso. La Ruta 40 hacia Jáchal presenta tramos críticos en zonas como Talacasto y Tucunuco, al borde de la intransitabilidad. La situación se replica en la Ruta Provincial 436, clave para la conexión con Iglesia, y en otros corredores fundamentales como la Ruta 20 hacia Caucete y la Ruta 12 que conduce a los principales destinos turísticos de Rivadavia, Zonda y Ullum.

El mantenimiento de la red vial no es un lujo, es una condición básica para el desarrollo, la seguridad y la integración territorial. Que la Provincia haya decidido “tomar la iniciativa” es valioso. Lo deseable, a futuro, es que no tenga que hacerlo sola.