Algunas poblaciones como Tamberías, en Calingasta, o barriadas como la Villa San Miguel, en Rawson, tienen como centro de su vida social y cultural una biblioteca popular que en cierta forma es el alma de estas comunidades. Si estas entidades desaparecen estos sitios pierden parte de su esencia, ya que a pesar de que la tecnología y algunas nuevas costumbres han minimizado su influencia, las bibliotecas siguen siendo la reserva cultural que identifica a mucha gente.

Pero no todas las bibliotecas populares tienen que estar en pequeñas poblaciones, en nuestra ciudad Capital tenemos una institución señera como es la Biblioteca Franklin, fundada el 17 de junio de 1866 por iniciativa de Domingo Faustino Sarmiento, lo que la convierte en la biblioteca popular más antigua de Sudamérica.

Precisamente fue Sarmiento quien impulsó la idea de crear bibliotecas populares en distintas poblaciones del país convencido de que estas entidades serían básicas para el desarrollo social y cultural, como lo han visto siendo dentro de una tarea silenciosa pero efectiva a la hora de evaluar resultados.

Actualmente las bibliotecas populares, además de ser depositarias de grandes cantidades de libros, cumplen otros objetivos destacables como ser centro de reunión para diversas actividades culturales, siempre en beneficio de la comunidad.

La actual situación de las bibliotecas populares es considerada crítica y preocupante, esto debido a la reciente reestructuración y debilitamiento de la CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) mediante un decreto gubernamental de mayo de 2025.

Debido a esta medida se ha llegado a perder la autonomía y el presupuesto, como también la reducción de personal, y la afectación de programas esenciales para la compra de libros, la promoción de la lectura y el desarrollo comunitario, generando un estado de alerta y resistencia por parte de las bibliotecas y sus organizaciones de apoyo.

Hay que tener en cuenta que las bibliotecas populares son asociaciones civiles creadas por vecinos, sostenida por voluntariado y activas en sus comunidades.

Estas bibliotecas ofrecen mucho más que libros, son auténticos centros culturales y educativos, que organizan talleres, actividades artísticas, expresión comunitaria e incluso capacitación laboral.

En San Juan hay 54 bibliotecas popular, de las cuales 30 están registradas ante CONABIP. Esto es importante porque las bibliotecas inscriptas pueden acceder a subsidios y beneficios, mejorando sus prestaciones a la comunidad.