El ya conocido “semáforo” con el que CONINAGRO (Confederación Intercooperativa Agropecuaria) clasifica la situación en que se encuentran distintos productos de las economías regionales ha revelado un panorama complejo, ya que de las 19 rubros analizados, dos se encuentran en verde; nueve en amarillo y ocho en rojo. En este último grupo, que es donde se encuentran los productos con mayores problemas de comercialización y rentabilidad, está el vino y el mosto, de fundamental importancia para la economía de San Juan. A pesar de haber experimentado algunas mejoras en cuanto a su producción y consumo, no se ha conseguido una mejora en los precios aún retrasados frente a la inflación, y por algunos otros factores como la persistente carga impositiva que no permite a estas actividades recuperarse. En estos casos puntuales los precios cayeron o no acompañaron la inflación, mientras que los costos siguieron en aumento. Además, el contexto de exportación con precios poco competitivos y un tipo de cambio apreciado debilitó el frente externo.

El sector agropecuario, que forma parte de las economías regionales, está interesado en que el Gobierno tome conciencia de la situación y que advierta que por más que consiga algunos avances en la macroeconomía y en la política monetaria, no se llegará a la solución del problema que consiste en generar mejores condiciones para el sector.

El semáforo de CONINAGRO clasifica la situación del agro a nivel nacional y provincial basándose en tres variables, negocio, producción y mercado. En este contexto son muchos los productos con pérdida de rentabilidad como le ha ocurrido al algodón, el arroz, la mandioca, cítricos dulces, hortalizas, peras y manzanas. También figura la yerba mate y el vino y el mosto en los que el incremento de la producción no logró revertir la situación que redundara en una mejora que llegara a impedir que los precios continuaran con su tendencia a la baja.

Existe una pequeña luz de esperanza de que haya una mejora para todos estos productos y esto está basado en que si el consumo interno mantiene su recuperación y el contexto macroeconómico se estabiliza, algunas producciones podrían revertir su situación en los próximos meses. Aún así se sabe que la mayoría de las economías regionales están atravesando un escenario de alta fragilidad.

Será necesario que las políticas de comercialización y de alivio a la presión fiscal que se continúa ejerciendo comiencen a orientarse a favor de los productores que están requiriendo con urgencia un cambio que redunde en beneficio de sus respectivas actividades.