Las elecciones generales en Chile se presentan como un punto de inflexión no solo para ese país, sino también para la Argentina. El próximo domingo 16 de noviembre, los chilenos votarán al nuevo presidente que reemplazará a Gabriel Boric en 2026, en un proceso donde las corrientes de derecha aparecen con claras chances de imponerse. En este escenario, el nombre que más resuena es el de José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, quien encarna un discurso de orden, seguridad y liberalismo económico que conecta, al menos en la superficie, con las ideas que promueve Javier Milei.
Sin embargo, la aparente afinidad ideológica entre ambos podría transformarse en una relación tan impredecible como compleja. Kast no solo es un político de derecha conservadora que plantea retrocesos en temas sensibles como el aborto legal, sino que también ha expresado, en el pasado, posturas nacionalistas que podrían afectar los vínculos bilaterales. Basta recordar sus declaraciones de 2021, cuando sostuvo que Chile debía reclamar territorios marítimos que Argentina considera parte de su plataforma continental.
Para Milei, un triunfo de Kast representaría en principio una buena noticia. Consolidaría una alianza con un gobierno afín en el Cono Sur, algo que podría fortalecer su posicionamiento regional frente a los liderazgos progresistas de Brasil, Colombia o México. Pero en política exterior, las coincidencias ideológicas rara vez garantizan armonía diplomática. Un eventual eje MileiKast podría enfrentar tensiones por cuestiones de soberanía, comercio o energía, donde ambos países mantienen intereses cruzados.
Del otro lado, la candidata oficialista Jeannette Jara, del Partido Comunista, no promete grandes virajes respecto al legado de Boric. Su eventual triunfo aseguraría una continuidad de las diferencias políticas con Milei, aunque con la ventaja de un diálogo previsible y una diplomacia más moderada.
En definitiva, Chile definirá su rumbo político mientras Argentina observa con atención. Sea quien sea el próximo presidente chileno, Buenos Aires no puede permitirse el lujo de una relación tensa con su principal vecino del Pacífico. Si Milei pretende fortalecer su política exterior, deberá mirar más allá de las simpatías ideológicas y apostar a una diplomacia pragmática, capaz de preservar los intereses nacionales sin repetir viejos desencuentros.
