La instalación del observatorio Heron en San Juan no es solo una noticia alentadora para la comunidad científica. Es, ante todo, una confirmación de que la provincia ha logrado posicionarse en el mapa mundial del conocimiento avanzado teniendo en cuenta los otros observatorios como el CASLEO (Complejo Astronómico El Leoncito), en Barreal; el Observatorio Astronómico Félix Aguilar (OAFA) en Chimbas y el radiotelescopio Chino-Argentino (CART) en etapa de construcción. Con un financiamiento de 14 millones de euros otorgado por el Consejo Europeo de Investigación, el proyecto Heron coloca a San Juan en un lugar de privilegio para la investigación del cosmos, compitiendo y superando a más de 700 propuestas internacionales. Sin embargo, el entusiasmo inicial no debe ocultar una realidad evidente, el verdadero desafío recién comienza.

Heron es un proyecto de vanguardia que demandará años de estudios técnicos, decisiones logísticas complejas y trabajos en zonas de difícil acceso. Antes de que se coloque la primera estación, será necesario atravesar una etapa exhaustiva de relevamientos, estudios de suelo, análisis de impacto ambiental y evaluaciones de factibilidad. La definición del sitio exacto -que estará emplazado entre la precordillera y las sierras pampeanas de Valle Fértil- será clave para garantizar el éxito de una iniciativa que requiere condiciones geográficas extremadamente específicas.

No es casual que Valle Fértil haya sido el área elegida. Dos cordones montañosos separados por un amplio valle, extensiones casi vírgenes y una bajísima contaminación electromagnética conforman un escenario ideal para detectar señales débiles provenientes del universo. Allí, entre los 500 y 1.500 metros de altura, se desplegarán unas 360 estaciones autónomas -compuestas por antenas y detectores- distribuidas a lo largo de unos 100 kilómetros. Estos dispositivos permitirán detectar neutrinos de alta energía, partículas subatómicas consideradas verdaderos “mensajeros del universo”, capaces de aportar información única sobre los fenómenos más extremos del cosmos.

El cronograma es ambicioso pero realista. Recién hacia fines de 2027 o comienzos de 2028 se prevé iniciar la instalación de las estaciones, con el objetivo de que Heron esté plenamente operativo dentro del plazo total de seis años que contempla el financiamiento europeo. En esta etapa inicial, la Universidad Nacional de San Juan tendrá un rol central, aportando su experiencia en geología, ingeniería y ciencias básicas, y consolidándose como un actor estratégico del proyecto.

Más allá de su impacto científico, Heron también tendrá un efecto directo en la provincia. La logística, los accesos, los servicios y el mantenimiento del observatorio demandarán mano de obra local y trabajo para numerosos proveedores. Ciencia, desarrollo y futuro confluyen en un mismo punto. San Juan tiene hoy una oportunidad extraordinaria. Estar a la altura del desafío y demostrar que, desde su geografía única, también puede ayudar a descifrar los secretos del universo.