Es verdad que ‘los números gobiernan el mundo’. También es cierto que ‘el fútbol se valora en juego, pero se mide por goles’. Y si nos atenemos a la frialdad de los números, la campaña realizada hasta el momento por San Martín no es buena. Último en la tabla general y en la tabla de promedios, realidad que en estos momentos lo proyecta a un regreso más cerca que tarde a la Primera Nacional.

Pero, según la lectura que se haga de esos números,se abren puertas a la esperanza de realizar una segunda parte de la temporada más venturosa. Tiene pocos goles a favor, 5, pero también tiene pocos en contra con respecto a otros equipos, 15. Le marcaron tantos en 11 encuentros y solo anotó en tres: 1-1 con Sarmiento (V), 3-1 a Belgrano y 1-0 a Godoy Cruz, ambos de local. De la comparación resalta que urge la necesidad de convertir para modificar la ecuación, en este momento negativa.

Ahora bien, la solución no pasa por traer delanteros ‘con gol’, como demandan los hinchas, quienes asocian los logros anteriores a apellidos que traen gratos recuerdos, como Tonelotto y Penco. El paradigma futbolístico que modificará la actualidad del verdinegro, es encontrar la manera de asistir mejor a los puntas con los que se cuenta.

La llegada de Diego González como refuerzo y de Leandro Romagnoli a la dirección técnica, le aportaron al equipo más presencia dentro de la cancha. La opinión del experimentado volante, como la del entrenador, tiene más peso cuando se trata de discutir alguna decisión arbitral.

El nudo giordano que no pudo desatar Raúl Antuña y que, poco a poco, va desenrollando Romagnoli, es la generación de juego. Como elaborar fútbol para habilitar y acompañar a los de arriba es el gran dilema.

Defensivamente se ha logrado cierta regularidad, que contrasta con la efectividad ofensiva. Si San Martín hubiera concretado el 50 por ciento de las opciones generadas en algunos partidos, tendría hoy 4 o 5 puntos más, lo que le permitiría estar a la altura de otros clubes más afirmados en la categoría.

Se adaptó al ritmo, logró cierta fluidez en el juego en velocidad y a un toque. Es la mejor versión del equipo.

Con el sabor a fósforo que queda en la boca cuando uno merece más y no puede conseguirlo, como aconteció antenoche contra los granates, y apelando a aquella viaja frase que dice que no hay que mirar, sino observar; se deduce que el equipo que no trajo nada de La Fortaleza, no es el mismo que perdió contra San Lorenzo e Independiente.

Ya contra Godoy Cruz se notaron detalles, como el trabajo de las pelotas paradas o la mayor dinámica y movilidad de los volantes para rotar y atacar posiciones ofensivas con mayor decisión. El cambio de ritmo al que costó tanto adaptarse, parece hoy un recuerdo. Este San Martín mostró juego asociado, elaborando combinaciones a un toque y velocidad, que permitieron sorprender a la defensa de Lanús. Esta versión se acerca más a lo que puede exigirse de un equipo de Primera División de la Liga del Campeón del Mundo.

El fin de semana próximo viene un partido que vale 6 puntos, porque el rival es Aldosivi de Mar del Plata, club también recientemente ascendido, que suma igual. Tendrá ribetes de clásico, de esos que hay que ganar. Y, jugando como lo hizo el domingo en el sur de Buenos Aires, plasmando una idea en la cancha con convicción y decisión, volver a la victoria, como contra Godoy Cruz y Belgrano, no es una utopía.

Después habrá tiempo para repensar el proyecto y analizar los pasos a seguir, que incluyen, entre otros una mini pretemporada, y de ser necesario depurar y reforzar el plantel. El objetivo es difícil, pero no imposible. Allá al fondo se abrió una rendija y entra un rayo de luz, color verde. Color esperanza.