La reciente publicación del diario ‘El Cronista’’ sobre la reactivación del proyecto del Túnel de Agua Negra representa mucho más que una noticia de infraestructura. Se trata de la posibilidad concreta de retomar una obra emblemática para la integración entre Argentina y Chile, y por extensión, para el desarrollo de toda la región cuyana. Después de décadas de planificación, el anhelado túnel de 14 kilómetros a más de 4.000 metros de altura podría finalmente dejar de ser una promesa para convertirse en una realidad.
El cónsul de Chile en San Juan, Mario Schiavone, confirmó que el proyecto sigue en pie y que, por su importancia estratégica, ‘no se va a perder nunca”. Su reactivación permitiría avanzar en una obra de enorme magnitud con nueve años de ejecución, una inversión estimada de 1.500 millones de dólares y una capacidad para permitir el paso diario de más de 2.200 vehículos. Pero más allá de las cifras, el valor del túnel radica en su significado integrador.
Actualmente, el Paso de Agua Negra funciona como un camino de montaña habilitado solo en verano, lo que limita la circulación de personas y mercancías. Esa restricción genera una fuerte dependencia de otros pasos fronterizos y obstaculiza la libre conectividad entre ambos países. La construcción del túnel cambiaría radicalmente esa realidad, asegurando un tránsito seguro y continuo durante todo el año entre San Juan y la Región de Coquimbo, en Chile.
El impacto económico sería inmediato, con una reducción de costos logísticos, fortalecimiento del comercio bilateral y mejora en la competitividad de las exportaciones argentinas hacia los mercados asiáticos. Enmarcado en el Eje Capricorniano, el Túnel de Agua Negra permitiría consolidar el corredor bioceánico que une el Atlántico con el Pacífico, una vía estratégica para el desarrollo productivo del país.
Cabe recordar que el proyecto ya contaba con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero fue suspendido durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando se modificaron las prioridades presupuestarias. Su reactivación hoy simboliza una oportunidad para retomar la visión de futuro y de integración regional que durante años quedó postergada.
El Túnel de Agua Negra no es solo una obra de ingeniería. Es una apuesta al desarrollo, a la unión y a la construcción de un futuro compartido entre dos naciones hermanas.
