Batallando hasta el final, la marplatense Solana Sierra, se despidió ayer de su aventura en Wimbledón. El camino de la tenista de 21 años (101° del ranking) en el tercer Grand Slam de la temporada, el más prestigioso del circuito, finalizó en los octavos de final, al caer sobre el césped británico ante la alemana Laura Siegemund (104° en singles, 22° en dobles) por 6-3 y 6-2, en 1h19m; sin embargo, el crecimiento que ostentó en la elite la colocará en otro nivel. No sólo porque dará un destacado salto en el ranking (unas 35 posiciones) y porque embolsó un premio económico casi más importante que en toda su carrera (240.000 libras, es decir unos US$ 327.000, algo que le permitirá programar giras con mayor comodidad), sino porque hizo un clic tenístico y emocional que debería seguir potenciándola en su evolución.

La bonaerense se encumbró como la primera tenista nacional en los 8vos de final de Wimbledon después de 21 años (la pergaminense Paola Suárez, en 2004). Además, se transformó en la primera lucky loser en alcanzar los octavos de final individual en Wimbledon en la Era Abierta y, un triunfo ante Siegemund, la hubiera distinguido como la primera perdedora afortunada en llegar a los cuartos de final en un Grand Slam en general. Se quedó muy cerca, en la puerta.

La alemana ganó de manera inobjetable. Le varió los tiempos a la argentina, la sacó de su ritmo, fue más efectiva y provocó los errores de Solana, que estuvo demasiado ansiosa y se equivocó mucho.