Luego de su estreno en 2023 en el under porteño, donde fue creciendo hasta agotar la ventas de entradas con meses de anticipación; del estallido que la catapultó al Teatro Maipo y de ser ovacionada también en otros países como Suecia, El Brote llegará a San Juan, para subir el próximo sábado al escenario del Teatro del Bicentenario. Escrita y dirigida por Emiliano Dionisi y protagonizada por Roberto Peloni, integrantes de la Compañía Criolla, compartirá con el público local la historia de Beto, un actor frustrado, cansado de los papeles menores, a quien se le comienzan a desdibujar los límites de la realidad y la ficción, como dice la reseña del unipersonal que recibió el cartel de “fenómeno” en la escena porteña, además del Premio Mayor Teatro del Mundo, Premio Florencio Sánchez a Mejor Espectáculo extranjero (Uruguay), ACE y Estrella de Mar, entre otros.

Contento con su regreso a San Juan, que visitó hace años como parte de las troupes de Enrique Pinti y Pepe Cibrián, Peloni, dialogó con DIARIO DE CUYO acerca de este éxito teatral y de cómo lo viven.

– ¿Qué pasó con esta obra?
– Estrenamos en febrero de 2023 en el Teatro del Pueblo, una sala mítica del teatro independiente de Buenos Aires, con una capacidad para 120 espectadores; y venimos en una especie de viaje de disfrute pero también de seguir entendiendo lo que viene sucediendo con esta obra que nos da sorpresa tras sorpresa. Comenzamos ahí después de un año de trabajo y estábamos felices, la verdad. Cuando yo la leí por primera vez, dije “Es lo que quise hacer toda la vida”, porque habla del teatro y de cómo este personaje, Beto, cuenta cómo debería ser. Largamos con una función semanal y a los dos meses ya teníamos dos meses de entradas vendidas por el adelantado; agregamos una segunda y una tercera función semanal y seguíamos teniendo una cantidad de público increíble, se había dado un boca en boca muy fuerte. Entonces pasamos al Teatro Maipo, donde estamos hace dos años y que es ya como nuestra casa. Pero también apareció la oportunidad de viajar, invitaciones a festivales… Ya fuimos tres veces a España, donde hicimos una gira de un mes y medio, a Chicago, Estocolmo, Uruguay, Chile… Y ahora empezando a recorrer nuestro país también…

– No es un título comercial, no tiene famosos, es larguita y el texto es profundo. Sin embargo…
– Todas esas cosas que enumerás nosotros las teníamos conscientes, sobre todo el texto. Nosotros estábamos felices porque hablábamos de nuestro mundo, citábamos los grandes clásicos…

– ¿Como un teatro de y para teatreros?
– Exactamente. Dijimos “Bueno, esto va a quedar en nuestro nicho”. Pero empezamos a hacer ensayos abiertos, probamos con público que no era habitué del teatro y empezamos a tener la misma respuesta. Empezó a llegar gente que no tenía que ver con el teatro, que entendía y sentía todo. Y es que los que leyeron los clásicos van a entender perfectamente; y los que no los leyeron, también, porque la obra misma lo va explicando.

– Cuál es, según vos, la llave que logró…
– Yo creo que hay un tema más profundo ahí, que es la frustración. Creo que es el gran núcleo de la obra y lo que toca a todos por igual, más allá del teatro. Beto es un actor de una compañía que quiere tener un personaje más vistoso, pero siempre le dan los personajes chiquitos, y en eso de no sentirse valorado empieza a enroscarse mentalmente y a confundir la ficción de las obras con la realidad. Ahí aparecen los grandes clásicos, que son las obras de repertorio que ellos van representando, y en un momento uno no entiende si lo que está diciendo es parte del texto, o se está saliendo de la letra, o está usando la letra para decir lo que quiere decir y todo se empieza a desmadrar. Es muy divertida también, además yo interpreto a Beto, a sus compañeros y a todos los personajes que van haciendo, así que se arma como una mamushka que genera mucho humor. Es muy divertido el mecanismo que creó Emiliano en su dramaturgia. Cuando él era chico, mientras otros niños jugaban a la pelota, él estaba leyendo teatro clásico, así que es un especialista en poder transmitir el sentido central de un clásico, de hacerlo muy accesible.

– No creo que te sientas identificado con Beto…
– En algún punto sí, porque la frustración es algo que todos vivimos alguna vez, pero en esta profesión, en el teatro, es algo que casi hay que entrenar, saber ser maleable, porque hay cosas que uno imagina de una manera y después te tenés que adaptar. Pero sí, en general las frustraciones aparecen todo el tiempo en la vida y creo que ahí la gente termina de encontrar el gancho con la obra, porque todos sentimos en algún momento que no somos reconocidos, o que no tenemos lo que deseamos. Nosotros lo hablábamos desde el teatro, pero en verdad estábamos hablando de algo todavía más universal.

– ¿Podríamos decir que “gran producto + gran intérprete = fórmula imbatible”?
– La verdad que nosotros realmente tuvimos un éxito con la obra y no paramos de recibir elogios, gente que llena la sala, que aplaude de pie, que lo comenta, con lo cual estamos felices y agradecidísimos; pero te juro que yo sentí el éxito desde el primer ensayo con Emiliano. Teníamos los dos muchas ganas de ponernos un desafío como artistas, de poner la vara más alta para nosotros mismos, no para demostrar nada. O sea, no teníamos ni la expectativa, porque decíamos “es rebarroco esto”, era “la antifórmula”; y la verdad que nos pegó esta sorpresa tremenda, con públicos que no fueron al teatro nunca y salen fascinados… Por ahí el teatro comercial se hace para que lo entienda todo el mundo y creo que quizás se subestima un poco al público. Solo puedo decir que es una maravilla poder encontrarse con tanta gente y a la vez hacer algo de lo que uno está convencido, que uno trabajó muchísimo, con tantas ganas, con esfuerzo, con dedicación, con un equipo de lujo. Trabajamos para hacer un proyecto feliz y eso nos devolvió desde el primer día…

– Hay elencos que también lo dan todo, pero no funciona como esperaban…
– Sí, creo que la fórmula no existe, es la combinación de muchas cosas, a veces hay obras que después vuelven y pegan de otra manera… Acá se ve que había algo que estaba dando vueltas, algo colectivo, social, porque además tuvimos la misma respuesta en otros países. Se ve que algo de esto de la frustración hay en todas parte del mundo.

– Ustedes son bichos de teatro. ¿El Brote los hizo pararse de otra manera ante el hecho teatral?
– Sí, es inevitable. Yo a veces digo que no llego a procesar la cantidad de cosas, de viajes, lugares, de escenarios, de funciones… como que uno va un poco más lento todavía; pero claramente hay un reconocimiento notorio. Es un proyecto bisagra en muchos sentidos, por la profesión, por la visibilidad, por el goce de hacerlo, porque además también es producción propia, la autogestión, que para mí también fue muy complementaria… Es muy mágico estar sentado con otro artista, con unos papeles en la mano, y de golpe ver este viaje de tres años.

– Levantaron su propia vara, bien alto… ¿Qué viene después?
– Emiliano ya es un amigo, un hermano artístico. Es un director con el que me tiro de cabeza porque también sabe cómo potenciar lo mejor que uno tiene, entonces se convierte en un hecho muy gozoso, como volver a ser niño, no sé cómo explicarlo. Y bueno, creo que los éxitos tienen que ver con esto, con conectarse con lo que a uno lo mueve y lo convoca. Seguramente seguiremos camino juntos, de creación, de pensar en cosas para más adelante y siempre desde ese lugar.

EL DATO
El Brote. De Compañía Criolla. Sábado 6 de septiembre, 21:30 h, Sala Principal del Teatro del Bicentenario. Duración: 80 minutos. Entradas desde $30.000 a $35.000 en boletería (20% de descuento para jubilados y Ticket Joven , para menores de 24 años) y www.tuentrada.com