En momentos económicos tan complicados para la adquisición de equipamiento y el sostenimiento de los cuerpos de bomberos voluntarios que funcionan en la provincia, los organismos oficiales y la comunidad toda deben, como nunca, reconocer la tarea que cumplen estos efectivos que actúan por pura vocación y sin exigir nada a cambio, más allá de que se tenga en cuenta el esfuerzo y el riesgo que corren cada vez que intervienen en algún siniestro.
En nuestra provincia hay 12 de los 19 departamentos que cuentan con cuerpos de bomberos voluntarios, que ya han dado cabal muestra de la importancia que reviste su existencia, al haber intervenido en numerosos casos de incendios y otras contingencias en distintos sitios, antes de la llegada de los bomberos oficiales que pertenecen a la Policía de la provincia.
La oportunidad y la capacitación para afrontar situaciones complicadas y de mucho riesgo son algunas de las características que tienen estos cuerpos de bomberos, que en los últimos tiempos han tenido muchas dificultades para contar con el equipamiento necesario y la cobertura de seguridad que es muy necesaria ante los riesgos que afrontan a diario en cumplimiento de su mención.
Muchas de estos cuarteles han tenido que recurrir al sorteo de bonos contribución, la realización de bingos y otras actividades con el objeto de reunir fondos para poder funcionar y cumplir con una labor en favor de la comunidad que en más de una oportunidad han evitado verdaderas catástrofes al sofocar a tiempo un incendio o prevenir algún desastre mayor al indicar medidas preventivas a gente que estaba expuesta a algún peligro.
Las jurisdicciones con cuerpos voluntarios de bomberos son Albardón, Caucete, Pocito, Rawson, San Martín, Santa Lucía, Ullum, Valle Fértil, Zonda, Rivadavia, Capital y el cuerpo que tiene jurisdicción sobre toda la provincia que tiene su sede sobre calle Benavidez en el departamento Chimbas y que puede actuar ante el requerimiento de cualquier punto de San Juan.
Respecto z la falta de equipamiento, hay efectivos que carecen de la vestimenta adecuada o de cuarteles que no tienen en condiciones una motobomba u otros elementos básicos que se necesitan para atacar a un incendio. También es muy común que haya voluntarios que carecen o que se quedan frecuentemente sin coberturas médicas o de un seguro de vida que los cubra en caso de un percance, en cumplimiento de sus funciones.
Una mayor capacitación con prácticas periódicas y la enseñanza de las situaciones puntuales que se pueden presentar por parte de los cuerpos profesionales, también es necesaria para que estos efectivos puedan desenvolverse correctamente en cada caso. Es decir que el apoyo a estas dotaciones debe ser permanente, considerando que cumplen un importante papel dentro de la comunidad en la prevención o el combate contra el fuego cada vez que se declara un incendio.
