Festejaban el cumpleaños de su hermanita aquel 28 de noviembre de 2020. Entonces ella, de apenas 6 años, se sintió cansada y se fue a dormir. Hasta que en un momento sintió que la tiraban de un brazo e instantes después era obligada por su propio padre, ebrio y drogado, a practicarle sexo oral. La situación no pasó desapercibida para la madre de la niña, que lo sorprendió en pleno ataque y lo encaró con insultos y golpes. Sin embargo, lejos de arrepentirse ese sujeto (albañil, salteño, 32 años) devolvió los insultos y los golpes, hasta que se marchó. Parecía que esa grave situación quedaría sepultada en el silencio, pero la niña habló y su revelación fue conocida enseguida por su abuela, a través de testigos claves: una mujer que le alquilaba a la familia de la nena agredida le contó que la propia madre de la menor (tiene 29 años) había detallado esa terrible situación a una amiga, y que ella se enteró por un remisero, pareja de la joven receptora de esa confesión.
También recibió un audio de una vecina que grabó a la niña cuando le detalló como fue que su padre la atacó sexualmente y cómo su madre lo increpó, aunque luego optó por no decir nada.
Cuando la abuela de la menor llegó a la casa de su hija, se produjo un escándalo, que terminó con su yerno insultándola y echándola de la casa. Su propia hija también le negó los hechos y trató a su nena de mentirosa.
Sin embargo esa mujer no se quedaría quieta. El 4 de febrero de 2021 denunció el caso y la recolección de pruebas encarada entonces, permitió confirmar las sospechas.
Al punto de que el padre de la nena fue detenido y la madre también quedó vinculada, aunque no fue a parar a prisión.
El hecho de orinarse en la cama. Que presentara sentimientos de miedo, culpa, vergüenza, indefensión, desamparo. Mostrarse enojada o introvertida. Poner en práctica mecanismos defensivos, como negar, disociar o reprimir la realidad. O manifestarse socialmente aislada, fueron algunos de los indicadores de abuso y maltrato infantil que detectaron los psicólogos que la entrevistaron y analizaron.
Las pericias psicológicas practicadas a su padre, parecieron confirmar los hechos, pues detectaron que apelaba minimizar o restarle valor a circunstancias graves, modificándolas o tergiversándolas a su favor. Que mostraba baja tolerancia a la frustración o desmentía la realidad, poniendo en evidencia su egocentrismo. También detectaron posibles problemas psicoorgánicos a causa del consumo prolongado de alcohol y drogas, consta en el expediente.
Toda esa evidencia complicó la situación de ambos sospechosos, quienes, al llegar a juicio, optaron por un proceso abreviado. Ante el juez Juan Bautista Bueno (Cámara Penal), él ratificó el acuerdo con el fiscal, Daniel Galvani, en el que admitió el delito abuso sexual con acceso carnal, agravado por ser cometido contra su hija, por convivir con ella y por ser la víctima menor de edad. Su expareja también reconoció haber perpetrado un encubrimiento agravado.
A través de su defensor, Rubén Ponce, el acusado aceptó recibir 8 años de cárcel. Ella, asistida por el defensor oficial, Juan Carlos González Riutort, se mostró dispuesta a ser condenada a 1 año sin encierro.
Ahora, el juez debe decidir si acepta o no el acuerdo. Si lo hace, no podrá imponer penas más elevadas a las acordadas por las partes.

