La semana que acaba de terminar estuvo signada por tres manifestaciones, todas ellas masivas y con el objeto de reclamar reivindicaciones de carácter económicas y sociales. Docentes, trabajadores agrupados en la CGT y CTA y mujeres de todo el país, aprovecharon los tres primeros días de la semana laboral para elevar sus voces de protesta, generando un clima de convulsión social, con un claro objetivo de generar tensión en el Gobierno nacional. Más allá del origen de los reclamos y de su pretendida autenticidad, el común de la gente advirtió que se trataron de protestas con claras intencionalidades políticas; inoportunas e innecesarias.

En un país que está en un proceso de reacomodamiento de sus fuerzas productivas y en el que el dialogo está abierto a todos los sectores, no hay lugar para estas expresiones que, sospechosamente, se dan en el inicio de una etapa electoral.
El reclamo docente con una multitudinaria marcha impidió el normal inicio de las clases.

El dispar acatamiento al paro en algunas jurisdicciones, dejó entrever que no todos los maestros comparten esta modalidad. Una dirigencia inflexible, dispuesta a la confrontación es la que sigue desde la provincia de Buenos Aires alentando métodos arcaicos de reclamos, sin contemplar el daño que se hace a los alumnos.

El acto de la CGT fue otra muestra de fuerza gremial sin sentido, ya que no solo dejo ver a la dirigencia del movimiento obrero desorganizada, sino que no sirvió a los fines previstos: disponer la fecha de un paro general. El desorden generalizado de esta manifestación hizo que el final fuera desastroso quedando una mala imagen tanto para el país como para quienes nos observan desde el exterior.

Por último, las marchas de las mujeres en distintas capitales de todo el país, terminaron en muestras de intolerancia y exhibiendo la peor cara que puede ofrecer este sector. Los ataques a la Iglesia y al patrimonio público empañaron lo que debía ser la celebración del Día de la Mujer. Por su parte el "paro de mujeres'' resultó absurdo y demostró, al igual que los otros reclamos que estamos ingresando peligrosamente a un estado de anarquía sectorial que puede llegar a tener graves consecuencias.