El acto espontáneo en defensa de la democracia, que el sábado último tuvo una gran convocatoria en la Plaza de Mayo y en jurisdicciones de todo el país, otorga al Gobierno nacional una cuota de apoyo muy importante en momentos en que la oposición intenta instalar un clima de incertidumbre social, en base a duros cuestionamientos a la actual administración. Nadie esperaba que tanta gente se diera cita en un clima de calma, con banderas argentinas y con consignas que no fueron más allá de algunas criticas a gremialístas o a la oposición política que sistemáticamente hostiga al gobierno.

En términos generales la convocatoria "A-1'' fue una fiesta en la que no hubo movilización, con alquiler de colectivos, ni se sedujo a la gente con prebendas para que concurriera. Fue la contracara de las últimas manifestaciones que se sucedieron en marzo, en las que hubo presiones para garantizar la asistencia de los manifestantes, y se los alentó a que concurrieran con una actitud belicosa, con sus rostros cubiertos y promoviendo el mayor desorden o descontrol posible.

La marcha del sábado en nada se pareció a los últimos piquetes que estuvieron bloqueando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ni a las manifestaciones con oradores agresivos como la que tuvo lugar el pasado 24 de marzo, en que dirigentes de distintos frentes opositores no tuvieron reparo en agredir a la figura presidencial de Mauricio Macri y demás integrantes de su gabinete de gobierno.

En esta ocasión, el propio Presidente fue uno de los más sorprendidos con el apoyo recibido, aunque algunos analistas consideran que ésto no debe ser asumido como una incondicional muestra de lealtad o de conformidad con las políticas que se están aplicando. Sí, debe tomarse como punto de partida para un replanteo de la forma en que se está actuando, para mejorar y avanzar en los objetivos establecidos.

El apoyo es de carácter netamente democrático y está orientado a defender las instituciones y a sostener un gobierno democrático elegido libremente por el pueblo. También apunta a rechazar los métodos que están utilizando algunos sectores de la sociedad, que pretenden agitar las voluntades de las masas en usufructo de sus propios y conocidos intereses.

Con esta expresión de la ciudadanía ha quedado en evidencia que en la Argentina la democracia está vigente y que hay personas dispuestas a defenderla.