Todo gobierno legítimamente constituido debe estar presente donde la sociedad reclama, por ello debe ser operativo y eficaz a fin de responder a las expectativas que lo llevaron al poder. Es necesario recordar que todos somos parte del Estado.

Pero no todos los ciudadanos integramos el gobierno, por lo que las acciones que se realizan o las omisiones que se presentan en la función pública, marcan una determinada forma en que el Estado interviene. Estas a su vez deben tener u ostentar valores compartidos lo que en principio significaría un paso importante para objetivos comunes entre el pueblo y sus gobernantes.

Desde este punto de vista no debería haber conflicto entre la política de gobierno y la política del Estado; y aunque este conflicto surja no debería ser visto como necesariamente negativo puesto que al mostrarse, la ideología y los criterios aplicables pueden ser similares o antagónicos.

El problema se agrava si durante un extenso período no se logra una conformidad entre ambos.
La Argentina, como sociedad, está demostrando estar en vías de consenso.

Ser intérpretes y orientar nuestra conducta a la aceptación y aprobación del entendimiento mostrará el temple del ser nacional, de lo contrario no construiremos una república sino alentaremos intereses sectoriales o particulares, cuando en realidad formamos parte de una Nación y no de un simple crisol de razas o etnias.

Por otra parte, si apoyamos todos una política de Estado entonces será necesario procurar la alternativa del consenso puesto que en los procesos que demande su implementación, los resultados generalmente son a largo plazo y requieren un tiempo oportuno para que el pueblo se exprese mediante sus representantes en el marco de la democracia, de manera de establecer una eficaz relación en el equilibrio Estado-sociedad orientada hacia un objetivo fundamental.

En función de estas premisas, los argentinos debemos alentar el marco de la institucionalidad generando un centro de debate, de decisión y participación política amplia.

Es necesario recordar que todos somos ciudadanos y hemos de obligarnos a reconocemos como tales a partir de acciones concretas para alcanzar los objetivos que nos lleven al crecimiento.