La Argentina es uno de los países latinoamericanos con mayor tradición exportadora, que ha conocido épocas de esplendor y otras de menor incidencia en esta actividad que es la que proporciona las divisas genuinas que permiten hacer frente al pago de obligaciones externas. La promesa de simplificar los trámites que hacen posible las exportaciones no se ha cumplido en la medida de lo anunciado, por lo que subsisten trabas que deberían desaparecer para que el país recupere el potencial exportador que tanto necesita en estos momentos. 


Si bien en este último año se ha registrado un aumento de las exportaciones respecto al anterior cercano a los 2.170 millones de dólares, ésto todavía resulta insuficiente para un país que podría superar ese nivel solamente con la comercialización de sus materias primas y de manufacturas agropecuarias, que representan los mayores volúmenes de exportación, y la optimización de los trámites aduaneros que actualmente son engorrosos y poco prácticos.


Dado el escaso financiamiento externo disponible para Argentina desde antes de la pandemia se requiere que las exportaciones aceleren su crecimiento. Para que la economía crezca en promedio un 3% y la balanza comercial se mantenga equilibrada, las exportaciones de bienes y servicios deberán sumar unos U$S 25.000 millones adicionales para el 2023. Ese volumen de divisas no podrá ahorrarse restringiendo importaciones, como el caso de las carnes, o imponiendo controles, ni se obtendrá solamente de exportaciones de productos primarios. Argentina deberá apuntar a una estrategia diversificada que combine exportaciones primarias, manufactureras y de servicios.


En este marco se encuadra el Mercosur como una herramienta de importancia para canalizar todas estas inquietudes, a pesar de que los países miembros originarios entre ellos Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, no han sabido aprovechar lo que puede llegar a ofrecer un bloque de estas características. La posición de países como el nuestro que se opone, en cierta forma, a promover acuerdos bilaterales con países del resto del mundo ha generado el cuestionamiento que hace poco realizaron las autoridades uruguayas. La necesidad de flexibilizar y modernizar este bloque económico ha sido planteada por Uruguay como una prioridad y un condicionante de su permanencia.


De todas maneras para que las políticas de promoción de exportaciones y desarrollo productivo cumplan su cometido en nuestro país, la política macroeconómica debe procurar un entorno propicio para el desarrollo exportador. Además de seguir los objetivos convencionales de estabilidad de precios y financiera, el Banco Central debería velar por la estabilidad de las cuentas externas, entre otras medidas promocionales.