Desde que la Argentina soporta un estado de inseguridad debido a una delincuencia que permanentemente se actualiza en la logística para asegurar el éxito de sus golpes, la opinión pública se pregunta acerca de quienes son los que proveen los pertrechos para contar con mayor efectividad en sus ataques.
En los últimos días, en Buenos Aires, las fuerzas de seguridad fueron repelidas con ráfagas de ametralladora cuando sorprendieron a una banda de ladrones, y en otro hecho se confirmó la portación de granadas de mano como complemento de las armas usadas en atracos, incluso por ladrones en la modalidades "al boleo”, o "entraderas”, si la ocasión les es propicia.
Si se recuerda los numerosos operativos y campañas de desarme voluntario, realizadas por las autoridades nacionales y provinciales en años anteriores, con gran repercusión mediática, es evidente que las miles de armas de fuego secuestradas, y supuestamente inutilizadas, han sido reemplazadas por el hampa con elementos más modernos y efectivos.
Se suma la logística de los delincuentes que utilizan uniformes de las fuerzas de seguridad, chalecos antibalas, equipos de radio con frecuencia policial para conocer la ubicación de las patrullas y otros elementos imposibles de conseguir para un civil. Sin duda hay un mercado negro que se mueve al ritmo de la demanda y en esto se debe centrar las investigaciones. Se sabe que junto con la droga los narcotraficantes ingresan además armas, pero también están los suministros de estatales corruptos.
Es el caso de San Isidro, en Buenos Aires, donde la justicia secuestró dos grandes contenedores de basura ubicados en la esquina de los tribunales, encontrando armas de fuego que debían estar bajo custodia judicial.
Varios cartoneros aseguraron que era habitual que allí se arrojaran objetos vinculados con expedientes penales que debían estar bajo vigilancia y se averigua ahora si es un eslabón de un negocio donde otros sacaban de la basura municiones, chalecos antibalas, patentes de autos radiados y las armas. Vale recordar también los robos de armamento en unidades del Ejército y el manejo, por lo menos desprolijo, en el exRenar en manos de La Cámpora.
Por eso se deben extremar las investigaciones para cortar una cadena de corrupción extremadamente peligrosa.
