Hace unas semanas, el gobierno de la provincia de Salta concretó la entrega de escrituras de tierra a indígenas y criollos del chaco salteño, intentando solucionar uno de los grandes problemas existentes en el país, como es el tema de la tenencia de terrenos fiscales que generan disputas y controversias.
Este acto representa la culminación de uno de los más grandes procesos de regularización de tierras fiscales a favor de comunidades indígenas y criollas, por un total de 643.000 hectáreas del departamento Rivadavia de esa provincia, una superficie 20 veces más grande que la ciudad de Buenos Aires donde viven 9.000 indígenas en más de 72 comunidades y 5.000 criollos.
El problema existente hasta ahora se originó a comienzos del siglo XX, cuando un grupo de ganaderos salteños ocupó las tierras hasta el momento habitadas por varias etnias aborígenes, entre ellas la Wichi, Chorote, Tapieté, Chulupí y Toba.
Durante más de cien años, criollos e indígenas convivieron en una incómoda vecindad, mientras que nadie parecía interesado en regularizar la situación. La Constitución de 1994, al darle derechos formales sobre la tierra a los grupos indígenas, hizo revivir el conflicto latente que desembocó en 1998 en una denuncia de Lhaka Honhat, asociación que nuclea a comunidades, ante la Comisión Interamericana de Derecho Humanos.
La solución del conflicto comenzó a gestarse cuando los grupos entendieron que debían entablaran un diálogo, hasta entonces inexistente, y también que ambos adquirieran conciencia del territorio que habitaban. Por su parte la provincia de Salta, participante necesaria del diálogo, fue validando el proceso a través de diversos instrumentos legales como decretos de pre adjudicación, acreditación formal de derechos y reconocimiento de comunidades, una acción que debería imitarse en otras partes del país donde existen similares conflictos.
Carlos Reboratti, geógrafo de la UBA, Investigador del Conicet y presidente de "Fundapaz”, señala que este hecho está indicando que en el país los conflictos pueden solucionarse con el diálogo, siempre y cuando los participantes tengan la voluntad de hacerlo y se generen las condiciones para concretarlo.