La tercera ola de covid-19, con la variante Ómicron, está paralizando la actividad productiva del país, peor que los años anteriores de pandemia, por la rapidez de los contagios y los resguardos de los llamados "contactos estrechos", que mantienen aislamientos preventivos en sus hogares. Si a esta situación se le suma la época de vacaciones obligatorias de la población económicamente activa, las consecuencias son graves por la paralización de las cadenas productivas.


En los supermercados de las grandes ciudades la televisión ha mostrado góndolas prácticamente vacías de productos de primera necesidad. Los proveedores no pueden dar cumplimiento a los pedidos por la menor producción, y si logran disponer de los envíos, la logística los frena, o los casos son inversos cuando no les llega la materia prima a las fábricas.


Este panorama se presenta en momentos en que la actividad industrial ha crecido 17,7% el año pasado con una recuperación en la generación de empleo. Por el contrario, la Unión Industrial Argentina estima que alrededor de 80.000 empleados de ese sector dejan a diario de trabajar por contagios de coronavirus o bien por ser contactos estrechos. En las pymes ocurre otro tanto, cuadruplicando el ausentismo en verano.


En una emergencia sanitaria como la actual se deben cumplir rigurosamente los protocolos médicos, lo cual es indiscutible, pero tampoco existen paliativos porque no todos los sectores del comercio, la industria y los servicios tienen personal temporario para cubrir ausencias y menos si se requiere especialización. Tampoco las aseguradoras se hacen cargo del ausentismo en pandemia, pero la incidencia de estas ausencias puede ser menor si las autoridades sanitarias replantean el problema.


La coyuntura es el contacto estrecho, difícil de controlar, aunque finalmente el Ministerio de Salud lo liberó del aislamiento, pero por otro lado el empleado no está obligado a certificar su condición de caso positivo. Una alternativa es hacer los testeos en los lugares de trabajo y si el personal da negativo la actividad se normaliza, aunque haya estado en contacto con uno positivo. La vacunación es fundamental en la relación empresa-trabajador y en esta emergencia debe exigirse, aunque se plantee la inconstitucionalidad.


Las autoridades sanitarias, empleadores y sindicatos de la actividad privada deben consensuar paliativos para establecer cuál es el enfermo potencial para atenderlo y quien está sano para que trabaje normalmente.