El éxodo venezolano no se detiene y al ritmo actual se convertirá en la mayor crisis migratoria de la humanidad que no tiene como origen una guerra o un desastre natural. Los 4,5 millones de personas que han dejado su país como consecuencia del cuadro de miseria y privaciones derivado de las políticas del régimen de Nicolás Maduro, impulsa la huida de Venezuela y la corriente podría superar al récord de los 5,6 millones de refugiados sirios, el año que viene.


La recepción de esta magnitud de gente que pide asilo en diferentes naciones del continente, plantea serios problemas de adaptación al medio, pero el más grave es el económico, de manera de atender las necesidades alimentarias, sanitarias y educativas con recursos presupuestarios que carecen los países que les dan acogida.


No existen más alternativas que la ayuda de la comunidad internacional y este pedido de solidaridad ha sido canalizado por la nueva Conferencia Internacional de Solidaridad con Venezuela, auspiciada por la Unión Europea, la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones. De hecho, la semana pasada se sumaron 140 millones de dólares al fondo para paliar las consecuencias de la crisis humanitaria originada por el chavismo.


La mayoría de los venezolanos ha buscado refugio en la vecina Colombia donde ingresaron 1,4 millones, luego Perú con 860.000 refugiados, Chile 371.000, Ecuador 330.000, Brasil con 212.000 y en menor cantidad en resto de Sudamérica, incluyendo a la Argentina y Paraguay. Esta crisis no se resolverá a corto plazo y la ONU ha advertido que las necesidades financieras serán mayores a lo previsto para 2020, de más de 1500 millones de dólares, lo que implica un gran desafío asistencial.


Las familias venezolanas que debieron dejar todas sus pertenencias para sobrevivir lejos de sus hogares buscan integrarse al medio que los recibe contribuyendo con trabajo y profesionalismo, pero no es fácil la convivencia donde están apareciendo señales de xenofobia contra los recién llegados. Por eso resulta muy positivo el trabajo de la Conferencia Internacional de Solidaridad con Venezuela tanto en la recaudación de mayor ayuda económica como por el mensaje a los refugiados para asegurarles que no están solos, a la vez de reconocer las raíces políticas de la crisis.


Los europeos tienen experiencia en materia de refugiados al afrontar su propia crisis de migrantes, salvando vidas y uso de los fondos, a lo que se suma ahora la oportuna asistencia internacional.