El polémico candidato ultraderechista Jail Bolsonaro, favorito para triunfar en la segunda vuelta de mañana 28 del corriente en la elección presidencial de Brasil, busca una relación estratégica con la Argentina y Chile para desarrollar su política transformadora con proyección regional, según sus llamados a Mauricio Macri, primero y luego a Sebastián Piñera.


La mayor repercusión de estos contactos telefónicos ha sido con el presidente de Chile, quien tuvo comentarios elogiosos para Bolsonaro y su plan para el desarrollo de Brasil, que le valieron duras críticas de la oposición. Es que el brasileño le dijo a Piñera que esperaba seguir el modelo de Chile y usar la transparencia en el combate de la corrupción, lo que llenó de orgullo al mandatario trasandino.


No obstante Piñera tuvo que aclarar públicamente que tiene grandes discrepancias con Bolsonaro en cuanto a las conductas homofóbicas y misóginas, el autoritarismo y otras actitudes poco comprometidas con la democracia. El presidente sólo destacó las coincidencias fueron en materia de integración económica, modernización de la economía y recuperación de los equilibrios fiscales.


Pero en su última visita a España, el presidente chileno dijo conocer poco a Bolsonaro, aunque manifestó que sí conoce a su equipo económico y su "plan muy concreto, muy específico sobre cómo van a enfrentar los problemas de Brasil". Esto difiere con la realidad, ya que el candidato brasileño y su contrincante Fernando Haddad, nunca han presentado planes económicos precisos para recuperar el crecimiento del gigante sudamericano.


Es más, en la primera vuelta Bolsonaro jamás tuvo una iniciativa realista, y luego el atentado lo dejó fuera de la campaña y de los debates, por lo que no necesitó confrontar sus ideas. Tampoco le hizo falta, ya que el discurso ante el electorado se centró en la preocupación por la inseguridad ciudadana y la promesa de combatir a la delincuencia metiendo balas.


Por eso varios gobiernos latinoamericanos se manejan con cautela, evitando pronunciarse hasta el desenlace de las elecciones. México y Colombia parecen seguir en esa expectativa, en tanto en el resto del mundo incluyendo a nuestro país- se limitaron a felicitar al controvertido excapitán del Ejército, ganador de la primera vuelta. Es casi seguro que este nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), como lo ha manifestado, llegue el Palacio do Planalto, pero no por sus ideas sino porque los brasileños están hartos del populismo y la corrupción.