Hasta hace unos días, el panorama de las cotizaciones de los granos argentinos, soja, maíz y trigo, en el mercado de Chicago era preocupante. Los valores habían caído estrepitosamente a consecuencia de la guerra comercial entre EEUU y China, pero quiso el destino que la Argentina fuera tocada por la fortuna y por problemas climáticos, principalmente en Estados Unidos, los precios comenzaron a recuperarse. Desde el lunes último el valor de la soja había subido un 5%; el del trigo, un 15% y el del maíz, un 10 por ciento, con tendencia a seguir aumentando en el transcurso de la presente semana.


Esta situación debe ser muy bien aprovechada por nuestro país, que en la presente campaña está obteniendo cosechas récord en todos los granos y que imperiosamente está necesitando el ingreso de divisas para fortalecer la balanza comercial dentro de la acuciante crisis económica financiera por la que atraviesa la Nación.


Hay que tener en cuenta que la Argentina es uno de los principales productores mundiales de granos y que su economía está basada en las exportaciones de estos productos que constituyen la principal fuente de ingresos, es decir que es un país agrodependiente. Solamente los embarques del complejo sojero representan entre el 30 y 40 por ciento del total de las exportaciones argentinas. Siguen las exportaciones de maíz y en tercer lugar recién viene la industria automotriz, que lidera el podio de las exportaciones de manufacturas de origen industrial.


Pero no sólo se trata de una cuestión de cantidad de exportaciones. En el caso de los productos del agro, la balanza comercial es totalmente superavitaria, mientras que con las manufacturas de origen industrial, la balanza es equilibrada o deficitaria.


Estamos ante la posibilidad de que la cosecha de granos sea, nuevamente, el salvavidas que mejore las condiciones de la economía, por lo que desde el Gobierno habría que ajustar las variables, especialmente en el aspecto impositivo, que permitan a este sector un desarrollo acorde a los requerimientos que se están planteando a nivel mundial.


Si bien la guerra comercial entre EEUU y China quitó posibilidades en un primer momento a los granos argentinos, especialmente a la soja, ahora las condiciones climáticas desfavorables en algunas regiones del mundo y la fiebre porcina en China, que sacude los mercados globales de alimentos, está cambiando el panorama y no hay que dejar pasar esta gran oportunidad.