Con el convencimiento de que "nuevos mercados en el extranjero generan fuentes de trabajo" la Cancillería argentina, ante un pedido expreso de la presidencia de la Nación, se convertirá en gestora de negocios, a fin de conseguir a través de las distintas embajadas en el extranjero, las tan anheladas inversiones que está necesitando el país.
Para cumplir con ese objetivo, en las próximas semanas será creado un "desk económico", con rango de Dirección Nacional, que tendrá como tarea el control y seguimiento de las 160 representaciones que tiene la Argentina en el mundo, en la que se desempeñan 1.200 embajadores y representantes argentinos.
Se busca que la Cancillería argentina esté a la altura de las más eficientes del mundo, a la hora de promover negocios que impliquen inversiones para el país.
El flamante canciller, Jorge Fauré, reemplazante de Susana Malcorra, tendrá la tarea de exigir al cuerpo diplomático un mayor esfuerzo en este nuevo propósito de generar negocios, una labor que, de acuerdo a lo expresado, será dificultosa por el insuficiente personal que hay en cada embajada.
De todas formas se considera que esta nueva exigencia es el camino apropiado para conseguir la consolidación y la apertura de nuevos mercados en todo el mundo.
En Cancillería aseguran que hacen muy buena diplomacia, pero que a esa tarea le hace falta generar valor agregado, que es cuando el servicio diplomático se pone a disposición de los negocios, facilitando su realización, evitando complicaciones u obstáculos y simplificando trámites, que en nuestro país superan la media de las exigencias que tienen naciones.
Con la apertura al mundo promovida por el actual Gobierno nacional, se está en condiciones de comercializar con la mayoría de los países, especialmente los asiáticos, como China, India y Japón, lo que debe ser aprovechado en la reactivación de las economías regionales.
La idea de que la Cancillería se aboque a generar negocios está alineada con la del Ejecutivo nacional que apuesta a la creación de trabajo como camino para eliminar la pobreza, uno de los principales objetivos de la actual gestión.