Sin esperar la formalidad de la cumbre de la APEC que debía iniciarse esta semana en Santiago de Chile y cancelada por Sebastián Piñera por la crisis social en el vecino país, los gobiernos de China y Estados Unidos anunciaron que llegaron a un acuerdo preliminar para avanzar por etapas en el estudio de los aranceles que se impusieron mutuamente en la guerra comercial que libran desde hace un año y medio, distorsionando los mercados e incluso amenazando a la globalización económica.


Este nuevo clima de entendimiento entre Washington y Pekín incluso llevó al propio presidente Donald Trump a querer firmar el acuerdo con su homólogo chino, en la frustrada cumbre chilena, aunque el documento esté lejos de ser el cese del fuego. Solamente acordaron eliminar el aumento arancelario en fases, a medida que progresen las negociaciones. No existen detalles y menos se sabe el contenido de la letra chica, ya que los dos equipos de negociadores han señalado que los aranceles que cada país elimine serán en la misma proporción y de manera simultánea, sin aportar más detalles.


De todas maneras una eventual eliminación de los aranceles contribuirá a eliminar un factor de incertidumbre para la economía global en un momento que se torna crítico porque está dando muestras de desaceleración. Además beneficia a compañías multinacionales norteamericanas cuyos negocios dependen de China, lo que supondrá un estímulo adicional para los mercados. 


A todo esto varios países, como el caso de México emergen como los grandes ganadores de la guerra comercial entre EEUU y China por el desvío del intercambio comercial. El país azteca es el segundo máximo beneficiado de la discordia entre las dos potencias globales, sólo por detrás de Taiwán. Se suman al río revuelto Vietnam, Japón, Corea del Sur y el bloque europeo, todos grandes especuladores en el desencuentros de los mayores exportadores e importadores mundiales, según un relevamiento de la Unctad, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.


Para México la guerra comercial es una bendición debido a que está acaparando buena parte del mercado que naturalmente debería cubrir China y llega en un momento de zozobra financiera, cuando su economía enfrenta al fantasma de la recesión y en plena caída de las inversiones extranjeras, una tradicional fuente de crecimiento de la segunda economía de América latina. De todas maneras no debería cantar victoria todavía ya que muchas cadenas de valor estás interconectadas con los grandes protagonistas de esta guerra global.